Efectos del alcoholismo en el sistema nervioso

La acción del alcohol sobre el aparato nervioso, se traduce por la irritación, hiperplasia e induración de los elementos conjuntivos y por la atrofia y degeneración grasosa de los elementos nerviosos, celular y tubos.

Las alteraciones funcionales recaen sobre la sensibilidad, la motilidad y las funciones mentales.

Experimentan los enfermos hormigueo en los miembros, dolores de cabeza, vértigos, insomnio, pesadillas; las hiperestesias son más raras; la anestesia es progresiva y centrípeta; la vista se debilita gradualmente, y los enfermos ven ráfagas luminosas, moscas volantes, y el tacto se embota.

El temblor, que sobreviene precozmente, pasajero al principio, se acentúa con los movimientos, y de las manos, donde está limitado cuando se inicia, se extiende bien pronto a los miembros, la cara, la cabeza, los labios y la lengua. La paresia muscular se extiende de la periferia hacia el centro.

Son más raras las convulsiones y los ataques de epilepsia alcohólica.

Las alteraciones mentales comprenden las alucinaciones y el delirio, que puede ser agudo y crónico, además de un estado mental particular caracterizado sobre todo por la decadencia de la memoria y por la degeneración moral.

Las alucinaciones de la vista, que son las más frecuentes, suelen consistir en la visión de ratas animales inmundos.

El delirio agudo, delirium tremens, que sobreviene en el curso del alcoholismo crónico, alguna vez a consecuencia de la abstención temporal de bebidas alcohólicas, se caracteriza por una agitación extrema con delirio maniaco, o lipemaniaco, con concepciones delirantes terroríficas, y con temblor más o menos generalizado. Muchas veces es mortal.

El delirio crónico, que puede revestir formas muy variadas, maniacas, lipemaniacas, megalomaníacas, degenera frecuentemente en demencia.

La parálisis general progresiva de los enajenados sobreviene algunas veces a consecuencia de las lesiones cerebrales alcohólicas.

El licor de ajenjo, que produce trastornos cerebrales con más facilidad que el alcohol (seis por uno, según A. Voisin) determina estados mentales entre cuyos síntomas descuella el embrutecimiento.

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