Efectos de los sistemas de alumbrado en el ambiente iluminado

Una de las circunstancias que hay que tener en cuenta en todos los sistemas de alumbrado ordinario, es la alteración que producen en las condiciones físicas y químicas de la atmósfera iluminada.

La combustión de las materias que se emplean produce calor y productos que vician el aire. El calor desprendido por loe tres principales tipos de focos luminosos es:

Una bujía de estearina que queme 11 gramos por hora (106 calorías).
Una lámpara de aceite que queme 42 gramos por hora (390 calorías).
Un mechero de gas que consuma 125 litros por hora (750 calorías).

Estos datos corresponden respectivamente a una elevación de 10 grados en la temperatura de 35, 126 y 243 metros cúbicos de aire respectivamente.

En la práctica se admite que el efecto de una bujía es equivalente al de una persona; el de una lámpara, de las condiciones dichas, el de tres personas, y el de un mechero de gas al de seis.

Resulta, pues, que los mejores sistemas de alumbrado ordinario tienen el gran inconveniente de producir nueve veces más calor que luz, proporción que aumenta todavía más si se quiere forzar la intensidad luminosa; y si se añade a este inconveniente el olor, el humo, el consumo de oxígeno y la producción de ácido carbónico y otros productos dañosos para la respiración, se comprende el entusiasmo con que se acoge el alumbrado eléctrico que no presenta ninguno de estos inconvenientes y el tesón con que por todas partes se procura perfeccionar en aplicación.

Volver a ALUMBRAR – Inicio