Hemos dicho que en una acepción especial, en oposición a ciencia e industria, se da el nombre de arte únicamente al arte bello; a ese producto del humano ingenio cuyo objeto es excitar en el corazón impresiones diversas y especialmente el sentimiento de lo bello, el placer estético.
En esta acepción, el arte ha recibido machas y muy alambicadas definiciones, y ha motivado especies tan ingeniosas y delicadas que no podemos menos de repetir algunas.
Teussenel ha dicho: el arte es la encarnación del ideal; Taine dice: la naturaleza desparrama la belleza, el arte la concentra; escribe Lamennais: el arte es para el hombre lo que para Dios el poder creador.
El arte es la encarnación del mundo típico en el mundo fenomenal, del mundo espiritual en el mundo material, dice el mismo autor, de quien son también los siguientes conceptos: Crear, en la esfera del arte, es manifestar exteriormente una idea preexistente y revestirla de forma sensible; el arte humano no es más que la acción del hombre que encarna en sus obras el tipo de lo bello, tal como lo concibe; el arte es la reproducción de lo bello bajo una forma externa que afecta a los sentidos; el arte no es la simple imitación de la naturaleza, sino que, bajo la forma que hiere los sentidos, debe revelar el principio interno, la belleza ideal que sólo el espíritu percibe y que Dios contempla en si mismo eternamente. Conocer, comprender la obra divina, es la misión de la ciencia; reproducirla en condiciones materiales y sensibles, es la misión del arte.
Según Victor Cousín, el arte es la representación de lo absoluto, de lo general, o en otros términos, de lo ideal. El problema que se propone el arte es llegar hasta el alma por medio del cuerpo. Otras dos definiciones no menos claras y lacónicas trae este filósofo: el fin del arte es la expresión de la belleza moral por medio de la belleza física. El arte es la libre reproducción de la belleza.
Latena dice sencillamente: el arte es la expresión de lo bello. Mesnard entiende que el arte es la representación del ideal eterno e inmutable. Rigault dice que el arte es el hombre sumado con la naturaleza. El arte, escribe E. Descharel, es la naturaleza interpretada por un alma para otras almas.
Proudhón sostiene que el arte es la libertad humana que reforma a su antojo y para su propia gloria la fenomenalidad de las cosas haciendo variaciones sobre el tema concreto de la naturaleza; y añade que el arte, expresión de esta libertad, sólo obedece a una autoridad particular, que es el buen gusto.
Sobre el concepto de lo bello han sostenido y sostienen los filósofos vivas y animadas discusiones, que por lo visto no han de llegar jamás a su término.
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