La medida de la evaporación es muy incierta, pues obrando el vapor como un gas, es perfectamente elástico y se difunde en todos sentidos. Si construimos un lago artificial en un campo perfectamente seco, el vapor que se eleva de la superficie del agua tiende a difundirse por la atmósfera inmediata, y la marcha o rapidez con que llegue a saturarse esa atmósfera dependerá de la extensión de la superficie del lago; de esto se deduce que si medimos la evaporación en una vasija de tamaño manuable, no podemos tener certidumbre de que sus indicaciones estén en relación directa con la proporción de la evaporación del lago o con la superficie del suelo, que está siempre más o menos húmedo.
Además si exponemos al aire libre un vaso, v. gr. una cápsula plana, por un período de tiempo algo considerable, podrá llover en ese intervalo, de modo que sería menester averiguar la cantidad de agua caída en la cápsula para calcular lo que se había perdido por evaporación: para evitar esta causa de error o por lo menos de complicación, se suelen colocar los atmómetros bajo techado en una garita meteorológica, con los demás instrumentos de observación, en la que circule el aire libremente, sin que penetren los rayos del Sol.
Finalmente, el manejo de estos aparatos exige alguna escrupulosidad; si la superficie de evaporación es grande, la acción del viento produce agitación y choques contra las paredes y por lo tanto pérdida de agua en cantidad desconocida; si por el contrario, es pequeña, debe conservarse el nivel del líquido a una altura constante y tan cerca como sea posible del borde del vaso, puesto que si baja se produce una disminución considerable en la evaporación por las razones siguientes: supongamos que el aire está seco completamente; la cantidad de agua evaporada dependerá, en primer término, de la temperatura, porque mientras más elevada sea ésta, con mayor rapidez se convertirá el agua en vapor y mayor cantidad de vapor contendrá el aire; y en segundo término, de la fuerza del viento, porque mientras más pronto se renueve la masa de aire en contacto con la superficie del agua, mayor será la producción de vapor, que no bien se forma, cuando es arrastrado. Así, pues, si el nivel del agua en el vaso evaporatorio baja, quedará una capa de aire entre ese nivel y el borde del vaso, que no se renovará tan fácilmente como si el agua llegara al mismo borde.
Como vemos, las dificultades de observación son serias y para dar una idea de su importancia práctica en la ingeniería hidráulica, aparte de su carácter puramente científico, diremos que un ingeniero inglés calculó que la evaporación del estanque en Nagpur, en India, durante 240 días de la estación seca, se elevó a cuatro pies de agua, y que la pérdida completa por esta causa fue de 54 por ciento, o más de la mitad del agua que recibe el estanque en el curso de un año.
Otra aplicación práctica de la atmometría se refiere a la determinación de la sequedad variable del suelo, de suma importancia en el crecimiento de las plantas.
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