Dificultades en el alumbramiento

Las hemorragias que acompañan o siguen al alumbramiento, pueden ser internas o externas, indicándose con estas denominaciones que la sangre puede salir al exterior o permanecer en la cavidad uterina.

Las hemorragias internas, que se reconocen en el aumento del volumen del útero y en síntomas generales alarmantes, pequeñez extremada del pulso, lipotimias y síncopes, sudores fríos, etc. deben combatirse por medio de fricciones en el cuello uterino, la administración del cornezuelo de centeno, o las inyecciones subcutáneas de ergotina y la compresión de la aorta abdominal. El taponamiento es poco eficaz. Detenida la hemorragia, debe vigilarse cuidadosamente a la enferma y levantar sus fuerzas con vinos generosos y los demás medios en uso.

En las hemorragias externas la conducta será la misma, pero el taponamiento puede practicarse.

Las hemorragias consecutivas al parto, como todas las uterinas, se combaten muy bien con las inyecciones continuas de agua muy caliente.

Cuando las secundinas no han sido expulsadas extraídas en totalidad, pueden experimentar en el interior de la matriz la descomposición pútrida y originar los fenómenos propios de las infecciones puerperales. Lo urgente entonces es extraer todos los fragmentos y limpiar y desinfectar la cavidad uterina mediante inyecciones apropiadas.

El diagnóstico de las adherencias anormales de la placenta (cuyas causas son muy oscuras) sólo puede hacerse por exclusión. Cuando la matriz está bien retraída, el cuello permeable y las tracciones suficientemente enérgicas sobre el cordón son insuficientes para extraer la placenta, sospéchase entonces la adherencia.

Si esta es completa, no hay hemorragia; pero si no lo es y la contractilidad uterina es insuficiente, la hemorragia no falta. En estos casos hay que practicar el alumbramiento artificial que consiste en la maniobra indicada de introducir la mano y con el mayor cuidado, al mismo tiempo que con rapidez, desprender y extraer las secundinas.

Las adherencias pueden ser tan fuertes que antes se rompa la matriz que se verifique el desprendimiento placentario, por lo que pueden sobrevenir accidentes graves y la muerte.

Cuando se juzga necesario el alumbramiento artificial, por cualquier causa, no debe retardarse; pues de lo contrario la retracción uterina y sobre todo el cierre del cuello pueden convertirse en obstáculos difícilmente superables. El volumen de la placenta puede adquirir tales proposiciones que dificulte su expulsión; en este caso puede taladrarse con el dedo por el sitio de inserción del cordón umbilical, que es donde están los vasos más voluminosos y resistentes y ejercer tracciones con el mismo dedo encorvado como un gancho.

La inversión, la rotura del útero y la muerte súbita por embolia pueden ser accidentes del alumbramiento.

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