Detección de la acción patógena de las bacterias

Para determinar la acción de las bacterias patógenas y su relación con las enfermedades infecciosas que producen, no hay mejor medio de prueba que el de experimentación sobre los animales.

Para proceder al estudio de esta parte de la Bacteriología, hay que examinar el problema bajo dos aspectos: dada una enfermedad que se supone producida por bacterias, aislar y estudiar estas bacterias: tratar de producir con estas bacterias la misma enfermedad infecciosa en animales sanos.

La marcha metódica que hay que seguir en estos casos es la siguiente:

1° Formar la historia de la enfermedad que se quiere estudiar, determinar sus causas y su marcha, saber si es contagiosa, infecciosa, epidémica. Si esta etiología, si los síntomas generales, fiebre, depresión de fuerzas, etc., dan a entender que se trata de una enfermedad de origen bactérico, se continúa en la siguiente forma.

2° Estudiar los tejidos, las secreciones y excreciones, los órganos, sobre todo los atacados por la enfermedad, con objeto de averiguar si se encuentran bacterias. Con este objeto se practican todas las operaciones de recolección de líquidos: desecación, cultivos, coloración, preparación para la observación micrográfica, etc. Los micro-organismos de ciertas enfermedades deben también buscarse en las aguas y en el suelo. Se determina de este modo el asiento de los micro-organismos, si es que existen, y las lesiones que producen en los tejidos.

3° Determinada la presencia de la bacteria en una enfermedad, aislar dichas bacterias y hacer con ellas los cultivos más puros posibles.

4° Obtenidas de este modo y por medio de cultivos puros, varias veces repetidos, bacterias de una misma especie, se procurará reproducir en los animales o en el hombre, si es posible, la enfermedad de que se trata. En general, hay que elegir un animal de la misma especie que aquel en que se ha desarrollado la enfermedad, o en especies muy afines.

5° Buscar los productos químicos aislables que se encuentren en los cultivos puros de las bacterias obtenidas, y las ptomaínas que pueden en ciertos casos reproducir los síntomas generales de la enfermedad.

Este método, seguido por Pasteur y Kock, se termina por completo determinando la vacuna que corresponde a la enfermedad cuyas bacterias se han aislado y estudiado.

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