Descripción teórica de la agonía

En derredor de los fenómenos centrales de la agonía, van apareciendo los que llamaremos esenciales periféricos, que son la completa postración muscular, la remisión del pulso en todas las arterias, la palidez cadavérica general y el trasudor frío y untuoso del cutis; fenómenos que, al mostrarse conjuntamente en el rostro, constituyen lo fundamental de la facies hippocratica.

El resto de lo que se suele dar como cuadro agónico no es esencial a la agonía y sólo depende del lugar, el carácter y la trascendencia material de la lesión. Así p. ej., no es esencial que el moribundo esté privado de conciencia, como tampoco lo es que la tenga y hable de su situación.

Si fuese apoplético, ¿cómo había de tener conocimiento hallándose su cerebro desmadejado, roto y oprimido por el derrame?; y si fuera el moribundo víctima de un infarto crónico del hígado, ¿porqué, si conservase íntegro el cerebro, no había de poder tener clara idea de que se está muriendo? Lo propio diremos del estertor. Si los pulmones no tienen lesión ni achaque, el estertor puede no presentarse ni poco ni mucho.

De donde se infiere que la agonía se presta a ser dividida en seca y húmeda, conscia e inconscia, etc. según se presenten o no aquellos fenómenos, que si bien frecuentes, no le son rigurosamente esenciales.

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