Desarrollo y perfeccionamiento de la artillería

En el siglo xviii es cuando la artillería alcanza gran desarrollo y perfección en el material y personal y también desde el punto de vista científico. Aparecen en primera línea Francia y Prusia.

La fortificación y la artillería se separaron y constituyeron cuerpos o institutos aparte, especiales y facultativos. España imitó a Francia y en 1710 se organizaron el núcleo facultativo del cuerpo y las tropas especiales de artillería.

En 1732 Valliére en Francia reformó radicalmente el material, quedando reducidos los calibres de los cañones a cinco, que eran los de 24, 16, 12, 8 y 4 libras. Los morteros tenían 12 y 8 pulgadas de diámetro en sus ánimas, y se adoptó además un pedrero de 15. En España se admitieron los cañones de los calibres referidos para el ejército; la marina los tuvo de 36, 32, 24, 18, 12 y 8 libras. Posteriormente Griveaubal introdujo algunas otras alteraciones en el calibre de los morteros. En los primeros años del reinado de Luis XVI, la artillería francesa disponía de 10.000 bocas de fuego y 11.000 hombres. En Prusia Federico el Grande sustituyó a la antigua organización llamada de parque la nueva de baterías tácticas y móviles, separó la artillería de campaña y la de sitio y aligeró todo el material. Hacia 1758 apareció en Prusia la artillería a caballo, adoptada en España desde 1773.

A la complicada variedad de las primitivas bocas de fuego sustituyeron en este siglo las únicas tres clases de todos los sistemas modernos de artillería, a saber: cañones, obuses y morteros. En cada una los calibres quedaron reducidos a los puramente necesarios según el objeto y servicio a que se destinaban.

Las carronadas y gonadas son en realidad obuses de distintas dimensiones y formas que ha usado la Marina. Los licornios rusos y las colombiadas de los Estados Unidos están en el mismo caso.

En días más cercanos a los nuestros, especialmente desde 1850, ha habido en la artillería rápido progreso y grandes innovaciones que tienden a conseguir máximo resultado en mínimo tiempo. Se aplicó el rayado de las armas portátiles a las piezas de artillería, y entonces ofreció inconvenientes la denominación del cañón por el peso de la bala que arrojaba, pues con los de un mismo calibre podían dispararse proyectiles de distinta clase, peso y longitud. Entonces comenzó a adoptarse la designación de los cañones por el diámetro del ánima, ya en centímetros, ya en pulgadas.

Los cañones modernos rayados suprimieron de hecho toda clase de bomberos y obuses, pues con aquellos podían dispararse balsa de segmentos de distinta longitud y peso, granadas y Shrapnells. Los morteros conservaron con corta diferencia su forma primitiva.

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