Desarrollo de la arquitectura románica en Europa

La propagación por toda Europa de la orden del Cister ayudó poderosamente al desarrollo de la Arquitectura románica (que por eso algunos han denominado monacal); pudiendo decirse que en ella adquirió la Arquitectura cristiana la unidad de concepto que desde la Arquitectura griega no se había alcanzado en el arte.

La colegiata de San Isidoro de León, la catedral de Santiago y gran parte de la de Tarragona, el monasterio de Gradefes y muchos otros monumentos de inestimable precio prueban la altura de expresión a que pudo llegar el género románico, si la carcoma de todos los estilos, la exageración de los elementos exteriores y accesorios no le hubiera hecho degenerar con afectada variedad ya a fines del siglo xii en Europa y mitad primera del xiii en España.

Uno de los ejemplos más curiosos de esta evolución de la Arquitectura románica es el claustro de San Juan de Duero, en Soria, donde los arcos entrelazados, que no se habían visto sino como adorno sobrepuesto, se hallan exentos, y sirven gallardamente de apoyo al tejadillo de las galerías. Por la tendencia a la elevación en las proporciones y el empleo de la ojiva, esta época última del estilo románico anuncia ya la proximidad de su más brillante sucesor, y por eso se le ha dado el poco preciso nombre de estilo de transición, calificativo que convendría igualmente a los primitivos edificios románicos de la Provenza, exteriormente vestidos todavía con las formas de la Arquitectura clásica romana.

En la mencionada época, las columnas se multiplican en las caras y en los ángulos de los machones, siempre cuadrados, las aristas de las archivoltas se matan con un chaflán o un robusto toro; se amplifican los rosetones en los imafrontes, y las estatuas de gran tamaño, cubiertas por sus doseletes, decoran las entradas de las iglesias.

Bajo este lujo, la Arquitectura románica desaparece para siempre de la escena del arte, pero no porque muera, sino porque se transforma en otra de más seductora apariencia, y que ha de imprimir su sello característico a todo lo que resta de Edad Media.

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