Constitución de las últimas capas de la atmósfera

Dudoso es el estado de constitución física de la atmósfera en estas últimas capas. Es claro que a la expansibilidad de las capas más bajas se opone el peso de las superiores, pero a las últimas nada las contrarresta y como por otra parte multitud de fenómenos prueban que la atmósfera no se extiende, disminuyendo en densidad indefinidamente hasta los 36.000 kilómetros encontrados como límite máximo a su altura, se deduce que a una distancia, relativamente escasa, de la superficie de la tierra, cuando ya su densidad haya disminuido muy considerablemente, su estado físico debe haber cambiado de tal suerte que su expansibilidad se anule.

Laplace indicó esta condición: Poisson ha demostrado que aun cuando la densidad del aire fuera aun considerable, el equilibrio era posible, estando desprovisto de expansibilidad; por último, Biot supone que estas últimas capas deben estar como un líquido no evaporable.

Los experimentos de Liáis sobre la dilatación de los gases prueban en efecto que cuando el aire llega a un grado muy grande de rarefacción, sus moléculas, lejos de continuar repeliéndose, parecen tener entre sí una adherencia comparable a la de las moléculas de un líquido viscoso. El frío intenso de las últimas regiones ha de ayudar también a producir estos efectos, determinando así el estado físico de las capas límites de nuestra atmósfera.

Esta discusión conduce, pues, a afirmar de una manera positiva la limitación de la atmósfera, pero deja bastante indecisa la determinación de su altura, y los físicos y astrónomos han tratado de medirla por medios más directos.

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