Conservación del aceite de oliva

La conservación del aceite se hace en vasijas de diferente naturaleza, a saber: tinajas, depósitos de palastro, zafras de hoja de lata, etc. En Andalucía y la Mancha se guardan en tinajas de barro, en Cataluña en depósitos de mampostería y en los almacenes de venta en depósitos metálicos. Las tinajas están empotradas en la pared, y se cierran con una tapa de madera o de caña de centeno cubierta con yeso para evitar el contacto del aire.

Los sitios o depósitos subterráneos usados en Cataluña, son de dimensiones variables; deben construirse con buenos materiales; están separados unos de otros por muros de ladrillos y forrados tanto en el suelo como en las paredes, de losetas vidriadas; siendo preferibles las losetas de vidriado silíceo a las que se usan comúnmente de vidriado ordinario plomizo. Estas se colocan tan juntas como sea posible; unidas con buena argamasa de cal y arena fina, teniendo la precaución de que esté todo bien seco y aireado antes de verter el aceite, con el objeto de que éste no adquiera mal gusto y no ataque la cal de la mezcla. El fondo del silo presenta una ligera inclinación y en su parte más baja tiene empotrado un barreño que corresponde precisamente a la abertura del silo por donde se echa y se saca el aceite con cubos. Esta abertura se cierra con una tapa sencilla de madera.

Cada silo contiene una clase de aceite, y al llegar los meses de marzo o abril se trasiega, acumulando los turbios o aceitones en uno solo, del cual a su tiempo se saca todavía una parte clara aunque de mal sabor, y dejando las heces o mores que sirven para la fabricación del jabón.
Los tingos y silos deben limpiarse perfectamente cada vez que quedan vacíos.

En los primeros puede entrar fácilmente un hombre para proceder a su limpia; en los silos puede bajar por una escalera de mano, y con los pies desnudos hacer correr todo el residuo hacia el lebrillo colocado en la parte baja, de donde se extrae fácilmente.

Volver a ACEITE – Inicio