Clasificación de las algas

Los antiguos consideraban como algas todas las plantas que vivían en el mar.

Linneo reunió bajo el nombre de algas, sus Jungermania, Targionia, Marchantia, Blasia, Riccia, Anthoceros, Liquen, Tremella, Fucus, Ulva, Conferva y Byssus, es decir, algas verdaderas, líquenes, hongos y hepáticas.

Adanson creó una familia de Fucus que según él ocupan un justo medio entre los hongos y las hepáticas. Estableció al mimo tiempo al lado de los Fucses, familias distintas de los Byssus, hongos y hepáticas.

Antonio L. de Jussieu introdujo de nuevo la confusión que Adanson se había esforzado en hacer desaparecer y en el orden II de su Genera plantarum, que es el de las Algas, se vuelven a encontrar las Tremella, Bissus, Cyathus, Hypoxylum, Spharia y líquenes mezclados con los Fucus, Ulva y Conferva.

Desde esta época se han eliminado del grupo de las algas todos los hongos, hepáticas y líquenes como Adanson lo había indicado; pero su situación en el límite del reino vegetal y del animal ha sufrido variaciones numerosas en la determinación de sus propias fronteras, y el conocimiento imperfecto que se tiene acerca del desenvolvimiento y reproducción de gran número de especies, hace igualmente muy difícil su división en grupos secundarios.

En 1824, Agardh dividió las algas en cuatro clases, según su coloración: hialinas, verdes, rojas y oliváceas.

Fries las divide en tres grandes grupos: fucáceas, ulváceas y diatomeas.

En 1842, Decaisne hizo una tentativa de clasificación sirviéndose de los órganos reproductores, estableciendo cuatro grupos: zoosporeas, synsporeas, aplosporeas y choristosporeas. Esta clasificación, hecha en una época en que apenas se conocían los órganos reproductores de las algas, no ha sido adoptada por nadie.

En el estado actual de la ciencia, una clasificación natural es imposible, porque muchos tipos, considerados ahora como distintos, no son probablemente más que estados transitorios.

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