Archivo de la categoría: Astrología

ASTROLOGÍA

Del griego, astro y tratado.

Ciencia de los astros, que en otro tiempo se creyó vana y supersticiosamente que servía asimismo para pronosticar los sucesos por la situación que tenían y aspecto que presentaban los planetas. Llamábase también astrología judicaria. || Antiguamente, astronomía.

ASTROLÓGICO: Perteneciente o relativo a la Astrología.

ASTRÓLOGO: El que profesa la Astrología. || Antiguamente, astrónomo.

ASTROLOGAL: Antiguamente, astrológico.

* Divisiones de la astrología
* Astrología meteorológica
* La astrología y la imaginación
* Astrología médica
* Astrología judiciaria
* Influencia de los planetas según los astrólogos
* El arte astrológico en el libro de Eteilla
* Valor de la astrología judiciaria
* Origen de la astrología judiciaria
* Naturaleza de la astrología según Bailly
* Naturaleza de la astrología según Franson
* Arte y ciencia de la astrología judiciaria
* Astrología de los asirios y caldeos
* Astrología de los egipcios
* La astrología en China
* La astrología en India
* La astrología en Grecia
* La astrología en Roma
* La astrología en la Europa cristiana

Divisiones de la astrología

En su origen no se diferenciaba la astrología de la astronomía y ambos vocablos venían a significar la misma clase de conocimientos.

Opina Lalande que en la época de San Clemente de Alejandría, en el siglo ii de la era cristiana, comenzó a distinguirse la Astronomía de la Astrología, reservando la primera voz para designar la ciencia positiva que trata de los movimientos do los cuerpos celestes, de su distribución en el espacio, de su figura, etc., y aplicando el segundo al estudio del influjo de los astros en los fenómenos terrestres y en los sucesos históricos.

Se distinguen dos especies de Astrologías; la natural y la judiciaria; propónese la primera prever y anunciar la lluvia, el viento, el frío, el calor, la abundancia, la esterilidad, las enfermedades, etc., que atribuye al influjo de los astros sobre la tierra y su atmósfera, y puede subdividirse en Astrología meteorológica y Astrología médica.

La judiciaria, o Astrología propiamente dicha, trata de asuntos que atañen al hombre de un modo más particular; traza, en el instante de su nacimiento o en cualquiera época de su vida, la línea que debe recorrer con el tiempo; determina el carácter del individuo, sus pasiones, desgracias y peligros que lo amenacen; están predichas todas sus acciones, y si fuera cierta esta ciencia, obraría el hombre como un actor en la escena del mundo representando el papel que en suerte le hubiera tocado.

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Astrología meteorológica

Conviene en la Astrología meteorológica separar desde luego la parte supersticiosa del estudio de los horóscopos.

El influjo evidente de los cambios de estación, la apariencia de relación entre las fases de la Luna y varios fenómenos, hizo que se atribuyeran a este astro unos efectos cuyas causas verdaderas se desconocían, influjo que después se extendió a los demás cuerpos celestes, todo lo cual parece bastante natural.

Después de observar que los temporales ocurrían con preferencia en unos meses mejor que en otros, que ciertas estaciones eran más o menos lluviosas, que los mismos vientos soplaban con bastante regularidad durante determinados intervalos, que tal época del año era propia a las labores, a la siega o a la vendimia, sin que se pudiese cambiar el orden establecido por la naturaleza, dedujeron los antiguos que todo esto estaba determinado por el lugar que el Sol ocupaba en la eclíptica; y como este astro invierte un día próximamente en recorrer un grado de la esfera, resolvieron observar con exactitud el tiempo que hacía cada día.

Repetidas las observaciones muchos años, no hay duda que llegarían a conocer las intemperies que traería la marcha del Sol, y como este conocimiento es de suma importancia para los labradores, se procuró ponerlo a su alcance representando las predicciones por signos sensibles, y de aquí nacieron los antiguos calendarios, de los que se conservan algunos ejemplares, en los que se encuentran indicadas las variaciones de las estaciones por la salida y postura de las estrellas.

No satisfechos con observar asiduamente los fenómenos celestes para descubrir el retorno de las mismas intemperies, llegaron hasta a enlazar la repetición de los fenómenos con los varios aspectos de los astros y sus grandes años no tuvieron otro objeto ni sentido.

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La astrología y la imaginación

Además de los hechos de observación hay que mencionar también los de imaginación, que tan importante influjo ejercieron en el ánimo de los antiguos, así que una relación de concomitancia empíricamente comprobada, se consideraba de seguida como relación de causalidad, por faltar al espíritu aquella educación científica severa sin la cual no puede darse un paso seguro en ningún camino.

Júzguese, por tanto, si era posible que se detuviese la imaginación en la simple concomitancia en un tiempo en que la facultad de personificar era tan poderosa y tan pocos obstáculos hallaba en los conocimientos adquiridos; notaron que las lluvias ocurrían en la época en que las Hiades salían; que a la aparición de Sirio seguían los grandes calores del verano, y por lo tanto, era la cosa más natural dar el nombre de lluvioso al primer arterismo y el de ardiente a la estrella, para declarar más tarde que las Hiades son causas de las lluvias y Sirio del calor.

Se ha perpetuado la Astrología meteorológica en las sentencias y máximas de los navegantes y campesinos sobre los pronósticos atmosféricos; hay un astro, en particular, que es la Luna, al que la creencia popular se obstina, aun en nuestros días, en atribuir un influjo decisivo en los cambios de tiempo.

Trató Arago de combatir esta creencia sin llegar a conseguir vencer la testarudez de sus contradictores. “Se pretende, decía, que las fases de la Luna ejercen influencia en los cambios de tiempo; pero habría que definir primero qué se entiende por cambio de tiempo; habrá quien considere como modificación del estado meteorológico el paso de la calma al viento o de un viento moderado a otro más impetuoso; del cielo sereno, al medianamente nuboso, y de éste al cubierto por completo, etc. Otros exigirán variaciones más acusadas. ¿Cómo es posible, pues, en vista de semejante vaguedad trazar los límites en que debe encerrarse el problema? Pasemos de largo esta primera dificultad. Los que se han ocupado de compulsar las colecciones de observaciones meteorológicas con la convicción de descubrir el influjo de la Luna, atribuyen a este astro todos los cambios de tiempo que se producen antes y después de la Luna nueva; difícil es que en un período de tantos días no cambie el tiempo, siquiera una vez, de diez, y se atribuyen a la Luna cambios atmosféricos en que no ha tomado parte alguna. Además, la opinión que achaca a nuestro satélite algún influjo sobre el tiempo puede combatirse desde el punto de vista teórico, fuera parte de toda vaga interpretación. No puede obrar la Luna sobre la atmósfera terrestre sino por vía de atracción, por la luz que refleja, por un poder actínico o pretendidas emanaciones obscuras que emitiese; de estas últimas no podemos hablar, pues nada hay que indique y menos que demuestre su existencia. Es la luz de la Luna tan débil en comparación de la del Sol, que el efecto que produce, si es alguno, debe borrarse por la presencia del astro del día; finalmente, en cuanto a la atracción, menos cuestionable, de la Luna sobre la envoltura gaseosa de nuestro globo, poseemos un instrumento de precisión admirable, que es el barómetro, que nos permite apreciarla a cada instante, probándonos de un modo irrefutable que esa atracción es demasiado débil para producir efecto sensible”.

A pesar de tantos razonamientos sigue siendo objeto de viva fe el influjo de la Luna en la atmósfera terrestre, y aun hace muy poco hemos visto ese último resto de la Astrología natural revestirse de cierto aparato científico, elevándose a la altura de teoría completa de la lluvia y buen tiempo, teoría que debía producir una revolución en la Meteorología, dando a la agricultura y la navegación una facultad de previsión fundada por fin sobre bases racionales, pues no era otra la pretensión de un almanaquero francés llamado M. Mathieu, que publicaba un pronóstico por el estilo del Zaragozano de nuestro país, si bien no era hombre tan inculto e ignorante como nuestro paisano.

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Astrología médica

La Astrología fisiológica y médica nació de la Astrología meteorológica: no había posibilidad de admitir influjo de los astros en las condiciones astronómicas sin extender ese influjo a las funciones de los seres vivos; cosa era también de preguntar si la perversidad de ciertos fenómenos fisiológicos y patológicos, del flujo mensual, v. gr., no estarían enlazados de alguna manera a la periodicidad de los fenómenos atmosféricos.

Hipócrates creía en la acción de los astros sobre la producción de las enfermedades, y entre las constelaciones cuyo influjo le parecía más marcado e importante colocaba a las Pléyades, Arturo y el Perro; indica que debe prestarse gran atención a la salida y postura de esas estrellas porque los días en que ocurren son críticos, es decir, notables por la muerte o curación de las enfermedades o por alguna metastasia considerable.

Galeno se preocupa principalmente con la Luna y a su entender los días críticos corresponden a las diversas fases de este planeta, imaginando un mes médico análogo al mes lunar. Admite también la acción de los demás astros, planetas y estrellas y su opinión se basa en el siguiente razonamiento bastante especioso. “Si el aspecto de los astros no produce efecto alguno, y el Sol, fuente de vida y de luz, rige solo las cuatro estaciones del año, serían estas siempre idénticas no ofreciendo ninguna variedad en su temperatura, puesto que el curso del Sol siempre es el mismo, y toda vez que se observan tantas variaciones hay que buscar alguna otra causa que no ofrezca igual uniformidad”.

Paracelso admite cinco clases de influjos morbíficos entre las cuales se cuenta el astral; según este autor, llegan los astros hasta nosotros obrando sobre la atmósfera de éter que envuelve, conserva y protege todos los elementos y todas las criaturas, y por el vicio de esa atmósfera misteriosa se explica la producción de la peste, del tifus y de todas las epidemias que devastan el género humano. Los efectos del influjo astral varían según la buena o mala disposición y según la fuerza o debilidad de los seres (animales y plantas) en los que se deja sentir; varían tambien estos efectos según la naturaleza del astro que obra. ¿Cuál es la acción especial de cada astro, de cada esfera celeste? Paracelso cree resolver el problema, observando y determinando la acción de los minerales sobre las diferentes partes del cuerpo. Lo que cura, dice, indica la naturaleza y la causa del mal; como según su manera de pensar, están representados los astros por los metales, Marte por el hierro, Venus por el cobre, Saturno por el plomo, etc., la acción terapéutica de cada metal le da el influjo morbífico particular del astro correspondiente.

Casi en nuestros días vemos a Mead aplicando la teoría de Newton sobre las mareas para tratar de demostrar el influjo de la Luna en los cuerpos organizados y en las enfermedades.

Al mismo tiempo, poco más o ménos, publicaba Hoffmann una disertación cuyo título era Del influjo de los astros en el cuerpo humano, y otros autores como Sauvage, Ramazini, Sydenham, Lind, Fontana, etc., consignaron en sus escritos las opiniones que profesaban respecto al influjo fisiológico y patológico de los astros.

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