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ARQUEOLOGÍA

Del griego, antiguo y tratado.

Tratado de lo antiguo.

ARQUEOLÓGICO: Perteneciente o relativo a la Arqueología.

ARQUEÓLOGO: Persona que se dedica al estudio de la Arqueología.

* Concepto de arqueología
* Principios fundamentales de la arqueología
* La labor de los arqueólogos
* Límites de la arqueología como ciencia
* La arqueología y la historia del arte
* La arqueología prehistórica
* La arqueología y las investigaciones étnicas
* Divisiones de la arqueología
* Clasificación histórica de la arqueología
* Métodos para el estudio de la arqueología
* Ejemplo de investigaciones técnicas en arqueología
* Ejemplo de investigaciones de orden material en arqueología
* Tendencias en arqueología
* Historia de la arqueología
* La arqueología en el período de los humanistas
* La arqueología en el período de los anticuarios
* La arqueología en el período de los arqueólogos
* Período arqueolítico de la prehistoria

Concepto de arqueología

No ha faltado quien tomando la palabra antiguo en su mayor latitud, incluya todas las ciencias históricas en la Arqueología.

Allá, en los tiempos de los humanistas, en el siglo xvi, el estudio de lo antiguo se refería tanto a los monumentos como a los textos de los clásicos, dando preferencia a los últimos.

Después, cuando a los anticuarios reemplazaron los arqueólogos y éstos consideraron ya los textos de los clásicos como auxiliares para la interpretación de los caracteres y circunstancias que ofrecían los objetos y monumentos, la voz antiguo quedó sustituida (así puede decirse) por su derivada antigüedades, cuya significación, más concreta, convenía mejor a esos mismos objetos y monumentos.

Luego, como ha dicho muy acertadamente Champollion, la voz Arqueología en el sentido restringido que le diera el uso, se aplicó al estudio e interpretación de cuanto los pueblos de lo pasado trasmitieron a su posteridad en obras materiales.

Dado el carácter analítico de la investigación que ahí mismo se indica, puede dudarse si convendría mejor a la ciencia la denominación arqueografía (Descripción de lo antiguo) que Arqueología. Este punto ha sido objeto de exámenes, juicios y controversias. Champollión se decidió por Arqueografía, descartando la Arqueología literaria; pero si se tiene en cuenta que los trabajos de los arqueólogos, no sólo tienen por objeto dar cuenta de los hechos, sino hacer su crítica con los elementos que preste la erudición y el sano discernimiento del propio criterio, desde luego se dará preferencia al dictado Arqueología como más adecuado al carácter de nuestra ciencia.

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Principios fundamentales de la arqueología

De lo expuesto pueden deducirse dos principios fundamentales, a saber: que la Arqueología tiene por objeto exclusivo el estudio de los monumentos (atribuyendo a esta voz toda la latitud y significación técnica que le da la ciencia), y que una parte de ese estudio (parte esencialísima) consiste en la interpretación de los caracteres y circunstancias de dichos monumentos.

Champollión Figeac, el arqueólogo que mejor ha formulado el concepto de la ciencia, dice: “Allí donde falten los monumentos, ¿qué podrá decir el arqueólogo?” y añade: “…todos los monumentos, aun los más comunes y groseros, aportan algunos hechos, y el conjunto de estos hechos es como una estadística moral de las antiguas sociedades. Considerada desde esta altura la Arqueología, merece bien el nombre de Ciencia”.

Hoy, en vista del rumbo de la investigación y de los buenos resultados de la misma, podemos añadir que la Arqueología es una ciencia de análisis que se rige por principios y leyes semejantes a los que rigen a las ciencias naturales. Estas se refieren a los productos de la naturaleza, y aquéllas a las obras de la humanidad.

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La labor de los arqueólogos

Es frecuente entre los cultivadores de las ciencias naturales la afición a la Arqueología; y es que, acostumbrados a la observación directa de lo real y tangible, con poco sentido estético que les preste la cultura general, contemplan los monumentos con más detención perspicaz que pudiera hacerlo un hombre dedicado al cultivo de las ciencias sintéticas.

El arqueólogo distingue en los monumentos la huella especial y característica que en ellos dejaron el arte, las creencias, las costumbres, el medio social de una cultura. Y así como el naturalista, para encontrar la explicación y la ley invariable del fenómeno que le ofrece la naturaleza, pide auxilio a la Física o a la Química, el arqueólogo, para explicarse la ley de los caracteres que distinguen a los monumentos, se vale del caudal de datos que le suministra de continuo la erudición, a no ser que los hechos mismos lleven en sí la comprobación de sus caracteres. Porque es indudable que, para un buen observador, el monumento solo, no ilustrado aún por la erudición, suele tener harta mayor elocuencia que las doctrinas crítico- históricas, las cuales vienen no pocas veces a desvirtuar o torcer su conocimiento exacto.

Quede sentado, pues, que el trabajo del arqueólogo es la observación fiel y desapasionada, y el análisis detenido de los hechos aislados, cuyo conjunto ha de servirle más tarde para apreciar ion certidumbre el verdadero valor de los monumentos y de la cultura que los produjo.

A los dos principios fundamentales antes enunciados debe, pues, añadirse que la Arqueología, como dijo muy bien Champollión, se propone trazar el cuadro del estado social antiguo por los monumentos.

Tal es la síntesis que de las experiencias del arqueólogo puede deducirse. El investigador camina, como se ha indicado, de la Arqueología a la Historia: observa, analiza, recopila, dieta principios y fórmulas científicas, y en las fronteras de la Historia propiamente dicha, retrocede para volver a observar, analizar, recopilar y deducir.

El arqueólogo es el obrero infatigable que construye los cimientos del hermoso palacio de la historia: es el minero que busca en las entrañas de lo pasado la preciosa materia que luego, depurada en el crisol de la sana crítica, adorna a la gran maestra y madre de la humanidad: la Historia.

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Límites de la arqueología como ciencia

Fijados ya la base, los procedimientos y el fin de la Arqueología, se hace necesario, para mejor asegurar lo expuesto, decir cuáles son los límites verdaderos de la ciencia.

Según queda ésta definida, cuanto subsiste de lo que produjo la humanidad en obras materiales, está dentro de sus dominios. El conocimiento de esas obras materiales se ha clasificado en tres grandes agrupaciones, a saber: Arqueología literaria, Arqueología del Arte y Arqueología de los usos y costumbres. La primera se refiere a los monumentos escritos, a segunda a los figurados y la tercera a los objetos creados para las necesidades y las molas.

En un principio el estudio de los autores clásicos se incluía en la Arqueología literaria; pero a medida que la ciencia ha ido tomando carácter más positivo, a los monumentos escritos sólo les ha quedado como valor arqueológico el de sus caracteres extrínsecos. Además, la arqueología literaria hállase hoy como segregada, constituyendo dos ciencias aparte: la paleografía y la epigrafía, y sus cultivadores son filólogos, eruditos, que las más de las veces no se dedican más que accidentalmente al estudio de la arqueología propiamente dicha.

Ésta, generalmente llamada arqueología del arte, es la que inspira más interés, la que cuenta más cultivadores; y aunque en ella debiera incluirse la arqueología de los usos y costumbres, o sea la suntuaria, ésta merece menos atención y se la considera, por consiguiente, de menor importancia.

La Arqueología del Arte, es, en suma, la que considera la opinión como la propiamente dicha ciencia de las antigüedades. Y como no solamente las artes suntuarias se consideran aparte, sino también con mucha frecuencia las industriales, queda reducido al campo de acción del arqueólogo, según el sentir vulgar, a la historia de las Bellas Artes.

Hasta tal punto ha prevalecido este falso concepto de la ciencia, que no falta quien sustente la afirmación errónea de que la Historia de las Bellas Artes y la Arqueología son una misma cosa. Nada más destituido de fundamento que la expresada afirmación.

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