Archivo de la categoría: Analogía

ANALOGÍA

De igual voz griega.

Relación de semejanza entre cosas de distinta especie, o distintas entre sí dentro de la misma especie.

ANÁLOGO: Que tiene o guarda analogía con otra cosa.

ANÁLOGAMENTE: Con analogía.

ANALÓGICAMENTE: Análogamente. || Según las leyes de la Analogía.

ANALÓGICO: Análogo. || Perteneciente o relativo a la Analogía.

* La analogía según la filosofía
* Analogías, semejanzas y diferencias
* Aplicaciones de las analogías
* La analogía en gramática
* Teoría de los análogos en zoología

La analogía según la filosofía

Aspira la inteligencia a hallar lo uno en medio de lo múltiple o lo general en lo particular, y para ello, auxiliada por la abstracción, separa mentalmente de las experiencias aquellas cualidades que son privativas de cada objeto, prescinde de ellas y atiende ego a las que son homogéneas entre los objetos observados.

Este proceso de integración o fusión de los caracteres homogéneos y comunes que revela la complejidad de nuestras percepciones, ha hallado una verificación experimental en la ingeniosa invención, debida a Galton, de los retratos compuestos (retratos genéricos de Huxley). Cuando se sobreponen en una misma prueba fotográfica series de retratos de igual tamaño y de igual dirección en la posición, las particularidades se borran, los rasgos generales adquieren relieve y se va delineando gradualmente un tipo ideal en el cual se resumen los caracteres dominantes de la familia, de la nación o de la raza.

Es imagen exacta del trabajo llevado a cabo por nuestra inteligencia. De las cualidades homogéneas, que forman el tipo ideal, parto el entendimiento para referirlas a objetos no percibidos, pero iguales a los observados, es decir, induce.

Cuando aplicamos aquellas cualidades que son el residuo o resultante de la abstracción a objetos que con los observados constituyen los particulares de un todo, generalizamos por analogía, forma imperfecta de la generalización, en la cual el principio de identidad no adquiere relieve como en la inducción, y queda reducido a una semejanza mayor o menor y a un cálculo de probabilidades, que produce conocimientos generales, aunque nunca tan exactos como los inducidos.

Si aplicamos, por ejemplo, las cualidades conocidas de nuestro planeta a los demás, generalizamos analógicamente, es decir, aumentamos la intención o cualidad de nuestros conocimientos. Es por tanto la analogía una generalización coordenada que procede de la parte a la co-parte dentro del todo, aumentando la intención o cualidad de nuestros conocimientos.

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Analogías, semejanzas y diferencias

La analogía es una semejanza, combinada con la diferencia. El raciocinio por analogía (que es susceptible de frecuentes errores) consiste en suponer que entre dos cosas que se parecen y a la vez son diferentes, las semejanzas son bastante numerosas para permitirnos atribuir cualidades de la una a la otra.

La tierra es un planeta que está habitado; los demás planetas, si sus condiciones son las mismas, pueden igualmente estar habitados. Queda siempre la inferencia en la línea movible de la probabilidad, sin que los resultados revistan carácter de certeza, porque no se puede olvidar que, marchando la inteligencia de la parte a la co-parte dentro del todo, el todo mismo como principio que conexiona las partes, está supuesto y no directamente percibido.

Esta duda que queda implícita en los resultados de la analogía, se halla bien expresada por Garnier (Fac de l’ame) cuando la considera compuesta de dos inducciones contrarias. “Si de un lado, dice, pensamos que los objetos que presentan una parte de sus cualidades observadas, podrían manifestar la misma cualidad secreta, pensamos también que, como poseen otras cualidades visibles, podrían carecer de la misma cualidad latente. Percibo, por ejemplo, una planta venenosa y después otra planta que tiene la misma flor y el mismo fruto, y me siento inclinado a creer que es venenosa también, pero tiene una hoja diferente y puedo suponer que no es venenosa. Formulo, pues, a la vez dos juicios: 1° los objetos que tienen las mismas cualidades visibles poseen idénticas cualidades secretas; 2° los objetos que tienen cualidades visibles diferentes no poseen las mismas cualidades íntimas”.

Si ambos juicios son equivalentes, el resultado único es la duda, y entonces no existen inducciones contrarias, sino que es imposible inducir.

Pero si el número de cualidades semejantes es mayor (y aquí entra el cálculo de probabilidades, especie de Aritmética lógica) que el de las diferentes, o si la importancia de los caracteres semejantes nos parece superior a la de los distintos, preferimos un juicio a otro, e inferimos analógicamente.

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Aplicaciones de las analogías

A pesar de su relativa imperfección, la analogía ha prestado inmensos servicios, sobre todo en la Anatomía comparada. Se llama en Anatomía teoría de los análogos el método mediante el cual se determina en los diversos organismos las partes análogas.

El principio fundamental de este método de determinación, creado por G. Saint Hilaire, es la fijeza de las relaciones anatómicas, es decir, de la posición relativa de los órganos entre sí. La necesidad de la aplicación del raciocinio por analogía en los estudios anatómicos, procede de la índole del procedimiento a la vez que de la naturaleza del objeto que se trata de conocer.

Como dice Reid, el juicio problemático que da de sí la analogía procede de que la contextura de este procedimiento consiste en que afirmadas ciertas semejanzas entre dos o más objetos, uno de ellos tiene además cierta propiedad que no se puede observar en los demás (que es casi siempre el caso de la Anatomía), se suple la experiencia imposible y se les atribuye tal cualidad por suposición.

Da, pues, el procedimiento analógico resultados de una probabilidad muy variable, cercanos unos a la certeza y otros que se alejan de ella. La idea de que las estrellas fijas son soles, semejantes al nuestro aunque muy diferentes por su volumen, se funda en muy numerosas analogías; pero la experiencia directa siempre resultara imposible.

Tal es la conjetura de la analogía con algunas probabilidades; otras en cambio tienen menos y a veces se llega a puerilidades y preocupaciones. Basta para ello fijarse en algunas de las comparaciones que implica el lenguaje y que son a veces ocasión de muchos errores. Decir que el alma es una serie de sensaciones, que la libertad es una balanza, cuyos platillos se equilibran por el peso o fuerza de los motivos, que el pensar es un movimiento, que la conciencia es la vista interior, que el amor es una dilatación del alma, etc., es dejarse llevar de fútiles y vanas analogías.

Cuantas conclusiones pretenda el ingenio inferir de estas semejanzas, otras tantas tendrán su vicio de origen que las hará caer siempre en el error y en la ilusión. La discreción exigida para precisar las analogías cuyas semejanzas son fundadas, distinguiéndolas de las artificiosas que un ingenio enamorado de lo estrambótico pretenda arbitrariamente establecer, el tacto y sentido para apreciar el justo valor del raciocinio por analogía, es lo que distingue al sabio del que no lo es; pues éste suple con la imaginación, la comparación precisa y legítima, proceso después de todo fácil, ya que en los linderos de la verdad y en los límites de la ciencia se anuncia la verosimilitud y con ella la presunción, como a los extremos del espacio iluminado, se delinea la penumbra.

Así es una falsa analogía la que sirve de base a Fourier para suponer que el mundo moral está regido por la atracción, del mismo modo que el físico, y para concebir una atracción pasional, semejante a la atracción de los cuerpos celestes. Es identificar una metáfora con la idea de causa.

De esta precipitación de juicio (en unos espontánea, en otros calculada), procede la frecuencia lamentable con que se ven en el mundo en revuelta confusión la seriedad del científico y lo aparatoso del charlatán, la ciencia con la superstición y la verdad con lo ficticio. Al lado de estudios tan serios como los emprendidos acerca de las enfermedades del sistema nervioso, ¡cuántas y cuántas supersticiones no han fructificado en la inteligencia humana, y cuántos ignorantes y charlatanes no han explotado y luego puesto en ridículo los altos intereses de la verdad!

Lógica y materialmente pues, importa fijar el legítimo alcance del raciocinio por analogía, pues sólo de esta suerte es posible que se acentúe la ley de la circunspección científica, según la cual se podrá distinguir el oro de ley de la verdad, del oropel de las apariencias y la cizaña del trigo.

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La analogía en gramática

La Analogía es la parte de la Gramática que enseña el valor gramatical de las palabras con todos sus accidentes y propiedades, según la definición de la Academia Española.

Aun cuando en la esencia de esta primera parte de la Gramática vienen a estar conformes los preceptistas todos, no así respecto de su denominación, pues unos la llaman Análisis, otros Elementos, éste Etimología, aquél Anotación, y últimamente Lexicología y Lexiología.

Examinemos, una tras otra, el verdadero valor y significación de cada una de estas denominaciones, con el fin de averiguar si corresponden debidamente a su objeto y por lo tanto, si son apropiadas, o no, a la idea que representan.

1° Analogía. Toda analogía se funda en una relación de semejanza más o menos íntima; pero al fin, semejanza, y precisamente todas y cada una de las partes de la oración se distinguen entre sí por razón de la diferente naturaleza que las caracteriza.

2° Análisis, Elementos. Son voces éstas tan vagas de suyo, al propio tiempo que tan extensas, que en manera alguna pueden ser apropiadas al caso que nos ocupa.

3° Etimología. La verdadera significación de esta voz es, para decirlo en compendio y de un modo gráfico, “la partida de bautismo de la palabra”; y por cierto que no es éste el objeto de la primera parte de la Gramática.

4° Anotación. Si vaga y extensa es la denominación de Elementos, de igual inconveniente adolece ésta, que fue empleada a semejante propósito por Nebrija.

5° Lexicología. En rigor, lo que significa esta voz es el estudio de cada vocablo de por sí, atento a su significación simple o múltiple; pero en manera alguna considerado con relación a los demás elementos componentes del discurso o partes de la oración: en una palabra: la lexicología dicta reglas para componer un léxico o diccionario.

Quédanos pues, como término el más adecuado para expresar debidamente la idea que ahora nos ocupa, el vocablo Lexiología.

Si varias han sido las denominaciones adjudicadas por los preceptistas de todos los tiempos y naciones a esta parte de la Gramática, no han sido menos discordes sus opiniones tocante al número de las partes constitutivas de la oración de cuya índole, funciones y propiedades respectivas le compete tratar a la Analogía, o mejor dicho, Lexiología. Con efecto: Nebrija establece diez; Jimenez Patón, cinco; Correas, tres; y la Academia Española, en su ingénita volubilidad, ora nueve, ora diez.

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