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AJEDREZ

Del árabe, axitrench.

Juego que se compone de treinta y dos piezas, la mitad de un color y la otra mitad de otro, a saber: dos reyes, dos reinas, cuatro alfiles, cuatro caballos, cuatro roques o torres, y diez y seis peones. Juégase entre dos personas sobre un tablero cuadrado, dividido en sesenta y cuatro casas iguales, blancas y negras alternadamente. Cada pieza de las mayores tiene su dirección o movimiento especial, y el juego viene a ser una idea simulacro de batalla.

AJEDREZADO, DA: Que forma cuadros de dos como las casillas del tablero de ajedrez.

— En arquitectura, adorno de casilleros alternados que imitan los del tablero de ajedrez, unos salientes y otros entrantes, con lo que se produce un juego de sombra que rompe la monotonía de las líneas horizontales o concéntricas en las molduras.

— En la milicia, se dice que las fortificaciones son ajedrezadas, cuando las obras de campaña o las plazas fronterizas de segunda línea, hacen frente a los claros de la línea anterior. También con relación a las tropas se dice que la formación es ajedrezada cuando se dispone en dos o mas líneas correspondiéndose los claros o vacíos con los llenos.

— En blasonería, calificación que se da el escudo y piezas principales, y aun a algunas figuras de animales, como leones, águilas, etc., cuando se componen de piezas cuadradas, alternadamente, a modo de tablero de ajedrez, pero tanto el escudo como las piezas principales han de constar por lo menos de 24 cuadros o casillas, si solo tienen nueva, se usa del adjetivo equipolado. Las otras piezas, como fajas, bandas, deben tener por lo menos dos hileras de casillas para llamarse ajedrezadas: de lo contrario se denominan campronadas.

* Origen del juego de ajedrez
* Adopción del ajedrez en Europa
* Posición del tablero y colocación de las piezas de ajedrez
* Marcha de las piezas de ajedrez
* Finalidad del juego de ajedrez
* Principales reglas del ajedrez

Origen del juego de ajedrez

La invención de este juego se ha atribuido por diferentes autores a los chinos, a los indios y aun a los griegos; pero la opinión que más fundada parece es aquella que lo considera originario de la India, como lo indica la misma etimología de su nombre, de procedencia sánscrita.

Dícese que en el siglo v un brahmán indio, llamado Sisla, o Sissa, inventó este precioso juego; y tanto hubo de gustar el rey Sirham de la invención, que invitó al brahmán a que solicitase por ella la remuneración que fuera más de su agrado.

El inventor entonces solicitó no más que un grano de trigo por la primera casilla del tablero, dos por la segunda, cuatro por la tercera y así sucesivamente, doblando hasta la sesenta y cuatro.

Modesta parecía a primera vista la recompensa, hasta que hecho el cálculo se vio que para satisfacer la petición de Sissa, era preciso que el reino se compusiera de 16.384 ciudades, en cada una de las cuales hubiera 4.080 graneros, y que cada uno de estos contuviera 174.762 medidas de trigo, cada una de ellas de 32.768 granos!

Si el origen del ajedrez no tiene otra certeza que la de la leyenda, también nos es desconocido cuándo y cómo vino este juego a Europa. Se sabe que los Romanos no lo conocían y se cree que algún negociante de Oriente o quizás un peregrino o judío de Siria lo traerían; pero de todos modos, su introducción debió ser anterior a la época de las Cruzadas, según muchas crónicas y tradiciones muy antiguas que aluden al juego del ajedrez.

En nuestra patria fueron sin duda los árabes los que le trajeron y aclimataron.

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Adopción del ajedrez en Europa

Lo que aparece fuera de duda, es que tan interesante entretenimiento fue rápida y generalmente aceptado y que nunca se confundió con los otros juego; que, como los naipes y los dados, merecieron censuras, porque desde el principio tuvo que considerarse el ajedrez como honesto, y desinteresado recreo, en el cual se ejercitaba la inteligencia sin mezquina idea de lucro, y ajeno completamente al azar, esa cierta deidad a que someten la fortuna los juegos del vicio.

Con tal predilección fue atendido el ajedrez, que había quien se dedicaba a su enseñanza. Uno de estos profesores era, en tiempo de Luis XIV, el célebre calabrés Joaquín Greco, que recorría las capitales de Europa de mayor importancia sin encontrar adversario de su talla, y en honor del cual publicaba el Mercare galant del mes de diciembre de 1695, un madrigal celebrando su victoria en una partida jugada contra el Duque de Nemours, Arnault y Chaumont, que eran tenidos por los mejores jugadores de la Corte.

Ya en 1474, Guillermo Caxton, al introducir en Inglaterra la invención de la imprenta, estrenó sus prensas con el libro Juego de ajedrez moralizado, que escribiera en latín un eximio doctor en Teología; en 1527 publicó Veda, en Roma, su poema del ajedrez Scacchia ludus, y Greco escribió también su Tratado de ajedrez que, traducido al francés, fue la regla de los jugadores hasta que Philidor dio a luz su Análisis de juego de ajedrea en 1749, que se considera como el mas completo y metódico de todos, aunque algunos afirman que le superó el libro publicado por Mr. La Bourdonnais, que fue durante su vida el más inteligente jugador de Francia.

A su muerte, el cetro del ajedrez pasó de esta nación a Inglaterra y a Alemania, donde respectivamente sobresalieron Sauton y Andersen, sobre todo, el último, que no cedió en supremacía sino al célebre Morphi, jugador de mérito insuperable.

De nuestra península citan con elogio las obras extranjeras a Damián de Goa, de fines del siglo xv; a Ruy López de Segura, oriundo de Zafra (Extremadura), que fue el primero que, en su obra impresa en Alcalá (1561), titulada Libro de la invención liberal y arte del juego del ajedrez, trató de motivar las jugadas sujetándolas a un análisis fijo, por le que Von de Lassa le reconoce justamente como el verdadero fundador de la teoría en el ajedrez. De esta obra se hicieron numerosas traducciones al italiano y francés (1584-1609), y aun hoy día se considera como una de las mejores maneras de abrir o desarrollar el juego, la por él propuesta y que se le llama todavía Partida española de Ruy López. También a D. Juan de Austria se le cita por las que escribió en el siglo xvi.

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Posición del tablero y colocación de las piezas de ajedrez

Digamos algo de la marcha del juego, comenzando por la posición del tablero y colocación de las piezas. Éstas son siempre de dos colorea, y cada uno de los jugadores emplea las de un color. Generalmente, y sea cualquiera el de las piezas, se llaman blancas y negras las de loe dos contendientes.

El tablero, que como queda dicho, compónese de sesenta y cuatro casillas, se coloca de modo que la primera blanca quede del lado derecho del que juega.

La primera serie de casillas en sentido horizontal, o sea la más cercana a cada jugador, se llama la base del tablero, y en ella han de situarse las piezas mayores en el orden siguiente:

1° En cada una de las casillas que ocupan sus extremos, una torre; seguidamente un caballo; en las inmediatas de cada uno de estos los alfiles, y en las dos del centro, la reina o dama en la casilla de su mismo color, y el rey en la restante.

2° En la fila inmediata, y delante, por lo tanto, de las piezas citadas, colócanse los peones.

La posición de las piezas mayores, según están situadas del lado del rey o de la reina, se tiene en cuenta para nombrarlas, diciéndose: caballo de la reina, torre del rey, etc. Los peones reciben el nombre de la pieza que tienen detrás: peón de rey, peón de torre, etc.

Todas las piezas, a excepción de los caballos, necesitan, para marchar, tener el camino expedito en el sentido de su dirección, no pudiendo saltar por encima de otra, y por esto, en el principio del juego, cuando todos los peones están delante de las piezas mayores, sólo ellos y los caballos pueden moverse hasta tanto que se abra camino por donde las demás puedan salir.

Las piezas en su marcha respectiva de que ahora hablaremos, no pueden pasar de la última casilla desocupada en el sentido de su dirección, a menos que la otra pieza que ocupa la casilla inmediata sea del contrario, en cuyo caso pueden comerla, y separándola del juego ocupar su sitio.

No es esto, sin embargo, obligatorio y sólo hay precisión de comer, cuando sin esto no es posible al contrario jugar. Claro es que hablamos de las piezas que pueden recorrer más de una casilla de una vez.

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Marcha de las piezas de ajedrez

Los peones se han de mover siempre hacia adelante, en dirección del contrario y de una en una casilla, por la misma banda perpendicular a la base del tablero en que estén colocadas, sin otras excepciones que la de pasar a la inmediata cuando comen, pues ocupa entonces el puesto de la pieza que encuentran en las casillas unidas a los vértices anteriores de la suya.

En cuanto a marchar de una en una, pueden al moverse la primera vez desde su punto de partida adelantar dos; pero si entonces pasan junto a un peón enemigo colocado en la banda inmediatamente paralela, pueden ser comidas al paso. El peón que llega a la base del tablero del contrario, dícese que ha entrado reina y puede ser sustituido por esta pieza o por cualquiera de las mayores que el jugador haya perdido y que por la entrada de un peón puede recuperar.

Las torres se mueven vertical u horizontalmente, o sea en dirección paralela a los lados del tablero, pero en todos sentidos, adelante, atrás, a derecha y a izquierda, y suelen recorrer todas las casillas mientras no lo impida otra pieza.

Los alfiles marchan diagonalmente en todos sentidos, conservando siempre la serie transversal de casillas del mismo color; por esto suele llamarse a cada uno de ellos alfil blanco o negro, según la serie que recorren.

La reina reúne la marcha de las torres y la de los alfiles, y lo mismo el rey, con la diferencia notable de que éste, si puede marchar en todas direcciones, no le es dado recorrer sino una casilla cada vez.

Hay un caso en que puede ocupar una casilla que no es ninguna de las inmediatas y este es el enroque. Esto sucede cuando, estando vacío el espacio que media entre él y una torre y ninguno de ambos se ha movido todavía, se coloca esta si es la del rey en la casilla de su alfil y el rey en la de su caballo y si enroca con la torre de la reina, se coloca esta torre en la casilla de la reina y el rey en la del alfil de la misma. También es preciso para poder enrocar, que el rey no esté jaqueado en la casilla en que se encuentra ni vaya a quedar en jaque en la que le corresponde en el enroque.

Tienen los caballos una marcha completamente distinta de todas las demás figuras: van de una casilla blanca a una negra, saltando sobre otra blanca, o de una negra a una blanca saltando otra negra. No es obstáculo para su marcha tener que saltar por encima de otras piezas propias o del contrario.

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