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AISLAR

Antiguamente, circundar o cercar de agua por todas partes algún sitio o lugar.

— Retirar a una persona del trato y comunicación de la gente.
— Dejar una cosa cola y separada de otras.
— Incomunicar alguna parte de una máquina para que no participe del movimiento general de otra.
—Incomunicar un cuerpo con otros, como se hace respecto de la máquina eléctrica.

AISLADAMENTE: Separadamente, aparte.

AISLADO: En física, el cuerpo que se halla separado de los demás por otros malos conductores de la electricidad.

AISLAMIENTO: Acción, o efecto, de aislar o aislarse. || Retraimiento, retiro del trato o comunicación social.

* Los aisladores eléctricos
* Aparatos aisladores para telegrafía
* Aisladores térmicos
* El aislamiento en la higiene pública
* El aislamiento en el derecho penitenciario
* Sistemas de aislamiento penitenciario

Los aisladores eléctricos

Aplícase esta denominación a los cuerpos que oponen resistencia al paso de la electricidad, tales son: el vidrio, las resinas, el azufre los aceites y el aire seco.

Estos cuerpos se denominan también malos conductores de la electricidad y se emplean para pies o puntos de apoye de los metales y demás cuerpos buenos conducto res, cuando se desea conservar en éstos la electricidad, y que no pase a la tierra o sea al depósito común.

Los cuerpos aisladores que más frecuentemente se emplean son: cilindros y mangos de vidrio y goma laca, tortas de resina y cordones de seda.

Cuando se frotan los cuerpos malos conductores, presentan señales de electricidad sólo en las partes frotadas y reciben por ésto también el nombre de idioeléctricos.

En cambio los cuerpos buenos conductores de la electricidad, como los metales, el grafito, el agua, los tejidos animales y vegetales húmedos, etc., cuando se les frota, se cargan de electricidad en toda su extensión, aun en los puntos no frotados, y además dejan escapar inmediatamente la electricidad desarrollada.

Por eso en contraposición a los aisladores o idioeléctricos se les denomina conductores y también aneléctricos.

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Aparatos aisladores para telegrafía

Son los aparatos que se colocan entre los alambres de una línea telegráfica y los postes que los han de sostener para que la corriente no derive a tierra. Suelen ser de porcelana barnizada y los hay de muchas formas y clases.

1° Aislador de ángulo.
Pieza de porcelana con un agujero que la atraviesa, que sirve para cambiar normalmente la dirección de un alambre telegráfico. Se evita así el empleo del gancho y vástago de sujeción, cuando se teme que estas piezas sus empotramientos no pudiesen resistir la fuerte tracción que se origina en postes colocados en ángulos. Tienen el inconveniente de que para colocar o quitar el alambre hay que correrle hasta el extremo, y aunque se ha evitado esto, sustituyendo el agujero circular por una hendidura sinuosa, que permite colocar el alambre lateralmente, son, sin embargo, muy poco usados.

2° Aislador de campana.
El que presenta esta forma y es hoy casi exclusivamente el usado en las líneas telegráficas, por la doble ventaja de que la campana resguarda el gancho de la lluvia, y su parte interior no condensa el vapor, y así es mejor el aislamiento. Puede ser de retención, suspensión, etc.

3° Aislador de doble campana.
El formado por una campana dentro de otra, empotrada con azufre y yeso, por lo que el aislamiento es más completo. Se le usa en Inglaterra, donde son generalmente de arcilla, y sujetos a travesaños por medio de vástagos empotrados en su interior. En Prusia y Holanda suele ser la campana exterior de hierro colado, el aislamiento es menor, y son pesados y costosos.

4° Aislador de doble retención.
El formado con dos aisladores de retención, fijos a una traviesa o palomilla, de dos brazos: se emplean en los cortes que se hacen en una línea para desviar a una estación y volver a ella.

5° Aislador de polea.
El formado por una polea de porcelana, fija al poste por un clavo o tornillo que le sirve de eje, y a cuya garganta se enrolla o sujeta el alambre. Sirve ordinariamente como retención, y casi exclusivamente para la entrada en las estaciones.

6° Aislador de retención.
El que se emplea paro sujetar el alambre de línea, ya en los extremos de ésta, ya en puntos distribuidos convenientemente, ya en todos los postes. En los primeros casos se les necesita de mayor resistencia que los ordinarios, y que el sistema de unión con los postes sea muy fuerte.
Los hay de campana, de cuyo fondo sale un fuerte vástago de hierro zincado, doblemente encorvado en sentido contrario para que uno de sus ramas extremas se pueda sujetar al poste por medio de dos tornillos; el alambro entonces se fija arrollándole en una garganta que forma la campana con un apéndice esférico que la corona, siendo lo más frecuente que lleve además otros dos apéndices ú orejas para que no pueda escaparse el alambre.
Otras veces el apéndice esférico lleva una hendidura en que se encaja el alambre, sujetándole por una clavija o ligadura. En Inglaterra se han usado unos que tienen al vástago recto terminado en rosca, y se atornillan en lo alto de los postes como deja ver la siguiente figura: no son tan fuertes como los anteriores.

Otros tipos hay aun, pero menos usados.

7° Aislador de suspensión.
Aquél en que el alambre de la línea se cuelga solamente. Consiste en una campana provista de dos orejas con agujeros para sujetarla al poste con tornillos. Se le llama también de gancho, porque un hierro de esta forma, cubierto de zinc, sale del hueco de la campana en que se halla empotrado, y en su extremo se cuelga el hilo de línea. En otros se han sustituido las orejas por una platina de hierro que las rodea, y se sujeta con tornillos a los postes. Ambos sistemas, y con especialidad el segundo, son muy usados en España. En América suele tener el gancho la forma de un ancla; el alambre se coloca entre el vástago por un lado y los dos brazos del ancla por el otro, con lo que queda bastante forzado para considerarle como un aislador de retención corriente.

8° Aislador de tensor.
El que lleva consigo el aparato tensor, y es, por lo tanto, un aislador de retención. El tensor va fijo generalmente al vástago que ocupa el lugar del gancho en los de suspensión.

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Aisladores térmicos

Cuerpo mal conductor del calor, que intercepta su paso y se emplea en cubrir las calderas, cilindros, tubos y aparatos de vapor.

Su objeto es economizar combustible, reducir proporcionalmente el trabajo y mano de obra, abreviar la elevación de la presión, mantener moderada la temperatura de las habitaciones donde funcionan los aparatos de vapor, preservar los tubos de la acción del frío, etc.

Generalmente son composiciones que se aplican en capas sucesivas. El de Labaux, bastante usado, cuesta 160 pesetas la tonelada, con cuya cantidad se pueden dar tres manos, con un grueso total de 40 milímetros, sobre 19 metros cuadrados de superficie.

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El aislamiento en la higiene pública

Práctica que consiste en separar los enfermos de los sanos con el propósito de evitar la propagación de las enfermedades infecciosas.

El principio del aislamiento descansa en la observación vulgar. Los hechos debieron enseñar bien pronto que mientras el comercio entre sanos y enfermos en multitud de afecciones era completamente inofensivo, no así en otras que se reproducían en las personas sanas con iguales caracteres que en las ya invadidas; y como, por otra parte, la observación demostrase que el contacto de los enfermos era peligroso (contagio blenorrágico, contagio en la sarna), por una generalización prematura y exagerada se juzgó que el contagio era el medio de transmisión de las infecciones.

En este supuesto, el aislamiento, tan absoluto como fuera posible, de los sujetos atacados, surgía como medio eficaz para evitar la difusión de las enfermedades infecciosas.

Pero al mismo tiempo la observación suministraba armas contra la teoría del contagio como medio de transmisión. Individuos muy alejados de los sujetos invadidos y sin comunicación alguna con ellos caían víctimas del azote epidémico, mientras que otros inmediatamente relacionados con los enfermos no presentaban señales de contaminación.

De aquí la teoría de la propagación miasmática de las enfermedades infecciosas y la doctrina que las atribuía a constituciones atmosféricas especiales sin posibilidad de transmisión de la enfermedad de hombre a hombre.

Claro es que en el caso de infección atmosférica, que es el hecho común admitido por estas dos últimas teorías, la práctica del aislamiento no tiene razón de ser.

Las discusiones sobre el carácter contagioso o miasmático de las enfermedades que han asolado epidémicamente la especie humana, no tenían base positiva, en cuanto se ignoraba cuál fuera el agente morbífico y su modo de reproducirse y diseminarse, y sólo hoy que se poseen estos conocimientos, por lo menos respecto de algunas enfermedades, puede tratarse científicamente el problema del aislamiento.

Pero un estudio del aislamiento en general carece de utilidad por la diversidad en el modo de diseminación que corresponde a los agentes de las distintas infecciones y por la falta de datos positivos respecto a muchas de éstas. En consecuencia trataremos del aislamiento, en la profilaxia de cada infección en particular.

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