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ABRIGO

Del latín. apricus, defendido del frío, primitivamente abierto, de aperire, después resguardado.

— Acción y efecto de abrigar, o abrigarse.
— Cosa que abriga.
— Prenda del traje, que se pone sobre las demás y sirve para abrigar.
— Figurativamente auxilio, patrocinio, amparo.

En marina: Paraje defendido de los vientos, de los mares o de las corrientes. Puerto o playa a donde arriban las embarcaciones para librarse de la tempestad.

ABRIGADERO: Lugar o sitio resguardado y defendido de los vientos.
ABRIGADERO: Sitio donde se resguardan las embarcaciones de los vientos.
ABRIGADO: Sitio resguardado de los vientos.
ABRIGAMIENTO: Abrigo.
ABRIGANTE: Nombre que se da a la hoja que durante el sueño de una planta se aproxima al tallo por su dorso y le forma una especie de abrigo.
ABRIGAÑO: Sitio defendido del viento. || En agricultura, estera o cubierta que se coloca sobre los semilleros para preservarlos de los rigores de las heladas. || En la milicia, fortificación, se usa en vez de cobertizo, cuando es provisional.

ABRIGAR: Dar calor, defender, resguardar del frío.
— Auxiliar, patrocinar, amparar.
— Tener estas o aquellas ideas, estos o aquellos sentimientos.
— Poner una embarcación al abrigo del viento, escoltar una embarcación a otra.

* El abrigo en arquitectura
* Abrigo de Lagarde para vides
* El abrigo de las huertas
* Abrigo del ganado
* El abrigo de la prehistoria
* Abrigos prehistóricos en España

El abrigo en arquitectura

Denominación que se aplica en agricultura a todo lo que defiende a las plantas contra los efectos perjudiciales de los accidentes meteorológicos, como son los vientos fuertes y fríos, las heladas, el ardor de los rayos directos del sol y los cambios bruscos de temperatura.

Los abrigos pueden ser naturales y artificiales. Se consideran como abrigos naturales los bosques, las colinas y las montañas en ciertas posiciones. Muchas veces resulta el clima de un valle abrigado, mucho más cálido que el de otras localidades situadas a la misma y aun a inferior latitud. Algunas comarcas del litoral del Mediterráneo, abrigadas por estribaciones de los Alpes o de los Pirineos, son notables ejemplos de esto, pues a causa de dichos abrigos naturales, presentan un clima mucho más templado que el que corresponde a su latitud, y por lo tanto una vegetación más meridional.

En cuanto a los abrigos artificiales o que el hombre se procura, pueden ser muy variados.

La experiencia ha demostrado que los abrigos formados por plantaciones de arbustos en las regiones en que dominan vientos violentos, ejercen su benéfica acción en una anchura de un centenar de metros; cuando los vientos reinantes no tienen tanta fuerza, los abrigos pueden proteger una zona de 200 metros. Para sustraer algunos cultivos a las influencias de meteoros pasajeros se han ideado abrigos especiales. Son notables entre estos la formación de nubes artificiales y los propuestos para abrigar las vides, entre los cuales debe mencionarse el siguiente de Lagarde.

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Abrigo de Lagarde para vides

En la poda se dejan dos sarmientos de 0,30 a 0,40 de longitud, opuestos y situados en lo posible en los pulgares de análogo grueso, y se suprimen con la podadera las yemas inútiles, dejando sólo las dos más próximas a la base o inserción.

A últimos de invierno, cuando se acerca ya el momento en que son de temer las heladas, se establece encima de cada cepa un pequeño abrigo o techumbre formada con un cartón cuadrado de 0,25 de lado, que se sostiene convenientemente en los dos sarmientos del pulgar. Este cartón es parecido al que expende la casa Desfeux para las techumbres, y a más de estar embreado, lleva en la parte superior una capa de arenisca para que resista mejor la humedad. Lleva también dos escotaduras opuestas con pequeños agujeros, que sirven para dejar paso al bramante o hilo que debe sujetarle a los sarmientos que le sostienen.

La postura de los cartones es muy sencilla, porque un hombre puede colocar, según Mr. Lagarde, hasta mil en cada día. Así permanecen sobre las cepas todo el período crítico de las heladas. Cuando el peligro pasó ya, se cortan con la podadera los sarmientos que sostenían el cartón, dejándolos a la misma altura que los restantes de la cepa; se quitan los cartones y se almacenan hasta la próxima primavera.

Estos pequeños abrigos no entorpecen para nada los trabajos culturales del viñedo. Los vástagos se desarrollan en condiciones ordinarias, y si llegan a alcanzar la altura del cartón, se encorvan hasta que, quitados los cartones protectores, recobran de nuevo los sarmientos su posición vertical como de ordinario. El precio de los cartones es de 70 frs. el millar. Mr. Lagarde calcula su duración en diez años.

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El abrigo de las huertas

En el cultivo de huertas los abrigos tienen una importancia extraordinaria por su decisiva influencia para adelantar o retrasar la fructificación y poder presentar en los mercados fuera de tiempo hortalizas y frutos que alcanzan así mucho mayor precio. Los abrigos empleados en las huertas varia según su objeto; los que han de proteger las hortalizas y demás plantas bajas, suelen ser muy sencillos; los destinados a proteger árboles y arbustos ofrecen más complicación.

Para proteger las hortalizas basta muchas veces levantar con tierra un simple lomo o camellón por la parte Norte. En las provincias del mediodía de España se emplean con frecuencia albitanas; en las del Norte y en los países fríos, se esparce en el mes de diciembre por toda la superficie del suelo que ocupan, una capa de hojas secas o de estiércol de cuadra, bien seco, formando unos 15 o 20 centímetros de espesor, o bien se cubren con paja larga o con hierba las hortalizas que se quieren proteger. También se emplean, según los casos, cajoneras, campanas de vidrio, y de barro, lienzos y esteras, estufas o invernaderos.

Para proteger los árboles se emplean muros de suficiente elevación, contra los cuales se arman los dichos árboles dándoles formas especiales. Siempre que se puede es muy buena práctica poner sobre caballetes fijos o encima de los árboles una estera sencilla de paja, de 50 a 70 centímetros de anchura, que se denomina colgadillo; suele colocarse en febrero y no se quita hasta que se haya pasado por completo el período de los hielos. Un procedimiento muy antiguo y que suele dar muy buenos resultados, es poner entre los brazos de los árboles frutales que se tratan de proteger, ramas de árboles bordes que se dejan en aquellos hasta abril, época en que ya suele haberse efectuado la fecundación. Conviene, sin embargo, procurar que no se espese mucho el follaje para no dificultar la floración. Cuando las plantaciones están en sitios muy expuestos a los embates de los vientos, suelen emplearse como muy convenientes los resguardos denominados contravientos.

Pero los abrigos más perfectos de todos son los vítreos movibles, designados con los nombres de abrigos-vítreos y abrigos-estufas con los que se obtienen sorprendentes resultados.

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Abrigo del ganado

La necesidad de proteger al ganado contra los efectos de la intemperie ha obligado a los ganaderos y agricultores a utilizar abrigos apropiados, naturales y artificiales.

Se consideran como abrigos naturales las pendientes abrigadas y los sitios cubiertos por arbustos, las catadas y los valles respaldados por el Norte y el Oeste, los grupos de árboles de gran porte y los setos vivos.

Los abrigos artificiales los procura el hombre, ya armando cercos de palo, ramaje y piedra, o bien tabalillos, porchadas y sombrajos, que se desmontan después de hecho el servicio.

Deben considerarse igualmente como abrigos las cuadras, establos, gallineros, etc., los cuales serán descritos en sus artículos correspondientes.

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