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ÁBACO

Del latin abacus, o abax, acis; del griego que significa tablero, tabla, regularmente de forma cuadrangular; de donde, en general, rectángulo, cuadro, baldosa, casilla de un tablero, como los de damas; y, por extensión, plato, disco, el disco del sol: italiano abcabo; francés abaque

En general, ÁBACO significa tablero o plancha rectangular de madera, tierra cocida, mármol o piedra de cualquier clase.

Para aprender a escribir usaban los griegos un tablero liso, o una mesa bien plana con rebordes marginales, entre los cuales se extendía una ligera tonga de arena fina. Con un estilo se grababan las letras en esta tonga. También se delineaban en ella las figuras de geometría.

Dícese que del uso primitivo de este tablero salió su nombre ábax, derivado de las tres primeras letras del alfabeto griego. De este ábax, cubierto de arena proceden las expresiones latinas mensa pythagoroea y pulvis eruditus.

—Aparador o armario que servía para exponer la vajilla de plata y otros utensilios de mesa; o bien una mesa, artesa o aparato con huecos o perforaciones para sostener copas, vasos, jarros, etc. Colocábase este mueble en el triclinium o comedor.

—Doble corona, desprovista de adornos que los reyes de Inglaterra usaban antiguamente, la cual recibe también el nombre de Abacote.

—Bastón de mando que usaba el gran maestre de los templarios, en cuyo puño estaba grabada la cruz de la orden.

* El ábaco en arquitectura
* El ábaco entre los romanos
* Antecedentes del ábaco de numeración
* Características del ábaco de numeración
* El ábaco en China: el suan pan
* El ábaco en Inglaterra
* El ábaco etrusco
* El ábaco en las escuelas de párvulos
* El ábaco contador de billar
* Ábaco rabdológico o neperiano
* Utilización del ábaco rabdológico
* Napier, el inventor del ábaco rabdológico
* El ábaco mágico
* El ábaco natural
* Ábaco logístico, pitagórico, químico y armónico

El ábaco en arquitectura

La parte superior, en forma de tablero, que corona el capitel de una columna.

Los antiguos constructores colocaban encima de las columnas de madera un tablero rectangular, a fin de darles más espacioso asiento, y, por lo tanto, mayor apoyo a las vigas sostenidas por dichas columnas. Primitivamente, el ábaco constituía el capitel todo entero. En los órdenes dórico, toscano y jónico, se manifiesta bien, por la sencillez de su forma cuadrada y plana, la significación griega de su nombre. En el orden corintio y en el compuesto, el ábaco se aleja de esta forma, se reviste de ornamentos y se enriquece con molduras. Reducido a su primitivo estado durante el período románico, presenta generalmente en el período ojival la forma de un octágono. En el orden corintio, el ábaco constituye sólo la séptima parte del capitel.

En el orden toscano recibe también el nombre de plinto (Vitrubio) por ser semejante al plinto de la base; y en el orden dórico corresponde exactamente a la anchura del plinto sobre que descansa la columna. En los órdenes corintio y compuesto, sus ángulos chaflanados reciben el nombre de cuernos. Finalmente, en los estilos románico, bizantino, árabe y ojival, el ábaco presenta formas caprichosas.

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El ábaco entre los romanos

Los romanos daban el nombre de ábaco o abáculo (diminutivo) a todo cuadrado decorativo de una habitación, y a todo revestimiento de forma cuadrangular, fuese de mármol o barro, adornado o no de pinturas. Vitrubio da el nombre de ábaco a las láminas cuadradas de bronce dorado con que se cubren los paramentos de las casas suntuosas.
En general recibía el nombre de ábaco toda tabla cuadrada sobre la cual se jugaba a los dados. Por tanto, se llamaba así el juego de Palmípedes, usado entre los griegos, al cual se jugaba con dados y peones.
También era ábaco entre los Romanos otro tablero de juego de cálculo, el ludus latrunculorum (de latrunculus, ladronzuelo, pieza del juego), algo parecido a nuestros tableros de ajedrez.

El ábaco romano consistía en la disposición especial de unas piedrecitas, a las cuales dieron el nombre de cálculos. Parece que este ábaco era de origen egipcio y lo usaron los griegos, si bien los primeros añadían a la significación del número de piedrecitas el de su color, expresando las blancas el haber y las negras el debe; es decir, lo que hoy llamamos cantidades positivas y negativas.

Los romanos enseñaban a todos los jóvenes el uso del ábaco (Véase), que tenía aplicación en las oficinas de hacienda publica del imperio., Llamábase librarius o miniculator al que enseñaba la numeración; tabularius, calculator, conchudor o abacista al que hacía los cálculos con el ábaco, y rationarius al que llevaba lar cuentas. De todos estos nombres, no quedó en Europa más que el de abacista (abaciste en francés, abacist en inglés, abachista o abbachiere en italiano), con el cual llegó a expresarse todo el que manejaba un instrumento de cálculo. En España, reemplazamos con diversas palabras la de abacista, según la clase de cuentas y el instrumento usado. Así empleamos las palabras contador, tabularlo, calculador, racionarlo, calculista y tarjador.

Por lo tanto, es abacista quien calcula con un ábaco, el constructor o intérprete de ábacos. Por esta palabra se ha traducido en castellano el oficio de contador, y el de profesor de numeración.

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Antecedentes del ábaco de numeración

De las investigaciones de Alejandro Humboldt, Pott y otros, resulta como un hecho general y constante la singularidad de que los sistemas de numeración, desde los tiempos primitivos, han sido únicamente el quinario, el decimal y el vigesimal; de los cuales, el decimal es el que ha prevalecido en la numeración hablada. Indudablemente, contamos por diez, porque la naturaleza nos ha dado diez dedos en las manos, y la lingüística no deja lugar a duda sobre este particular.

En persa, pentcha o pantcha (pants chan en sanscrito, penté en griego, quinque en latín), significa a la vez cinco y mano. En la lengua chibcha, que hablaban los Muyscas, los números 11, 12…. se expresaban por pie y uno, pie y dos…. Nada más expeditivo que contar por los dedos, cuando se trata de pequeñas cantidades; pero el cálculo digital no puede ser suficiente cuando haya que combinar números algo grandes. De ahí, la necesidad de recurrir a medios materiales más adecuados que los dedos: los Aztecas señalaban con una especie de clavos los primeros grados de la escala de la pluralidad hasta el 19; un cañón de una pluma significaba 20; otro cañón de pluma, lleno de polvo de oro u otro polvo de color, expresaba 400…. Los peruanos usaban cintas con nudos que llamaban quipos; recurso análogo al de las cuentas y los dieces de nuestros rosarios.

Pero lo más general fue el auxiliar el cálculo mental por medio de simientes, y mejor, de piedrecillas (calculi, de calx, de donde sale el verbo calcular). Es tan natural este recurso, que en Castilla, aun hoy, se ve a algunos sirvientes ajustar sus cuentas con garbanzos. Van echando en un montón tantos granos como céntimos han gastado; y, cuando el montón llega a 25, ponen aparte una simiente en representación de un real; cuando han reunido cuatro de éstas, ponen en un sitio más distante otra simiente, como símbolo de una peseta…. etc.

Este modo representativo de contar, llamado por Humboldt numeración palpable, está muy lejos del concepto científico de número, puesto que el número puro no tiene propiedad ninguna física: carece de largo, ancho y grueso, no pesa ni tiene color, sabor, olor…. ni se mueve, etc. Pero, como en 8 garbanzos, por ejemplo, está comprendida la idea de 8, ese número de simientes, no por sus propiedades físicas, sino por su grado en la escala de la pluralidad, puede representar a inteligencias mal desarrolladas el mismo grado de la escala en absoluto, cuando se trata de céntimos de peseta.

Por lo dicho, es fácil ver cómo la numeración palpable lleva naturalmente al fundamento de los valores aritméticos de posición. El garbanzo, que en el primer montón vale 1 para la sirviente del ejemplo, vale aparte 25; y cuatro veces más en un tercer lugar, etc.

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Características del ábaco de numeración

Insuficiente el cálculo digital, y demasiado grosero el de las simientes o piedrecillas, desde muy antiguo se inventaron aparatos de contar correspondientes a la numeración palpable y de posición, y ajustados al sistema decimal. De entre ellos, ha llegado hasta nosotros el ábaco de numeración, tchotu de los rusos, tomado del suan pan de los chinos.

En un marco rectangular colocado horizontalmente, se halla sujeto por ambos extremos cierto número de alambres, paralelos, diez por ejemplo, en cada uno de los cuales hay ensartadas nueve bolas o cuentas que pueden fácilmente correr por ellos, a voluntad del operador. El marco se divide en dos mitades a un listón aa, sujeto por la parte inferior, y a tal distancia de las bolas, que no puede impedir el movimiento de éstas. El alambre de la derecha está destinado a las unidades; el inmediato, a las decenas; el que sigue, a las centenas…. etc. Al empezar, todas las bolas se encuentran a un lado de la mitad aa, y el operador, a medida que es menester, acerca bolas al lado bb, comenzando por las del alambre de la derecha.

Si tuviera que sumar 5 + 3 + 2, acercaría primero 5 bolas, luego 3; y, no bastando las 9 del primer alambre para completar el sumando 2, que aun falta, acercaría una bola del alambre contiguo, la cual, en este caso, vendría a representar una decena, y devolvería todas las demos bolas a su primitiva posición en la mitad aa.

Este aparato fue importado a Rusia a fines de la Edad media por los conquistadores mogoles.

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