Características de las auroras polares

El punto culminante del segmento se encuentra ordinariamente en el meridiano magnético; está limitado por un arco luminoso de color blanco brillante que pasa ligeramente al azul; cuando no ha terminado por completo el crepúsculo, tira un poco al amarillento o al verdoso y su anchura es igual a uno, dos y aun tres diámetros aparentes de la Luna llena; el borde inferior está perfectamente acusado, pero el superior no, a menos que la anchura sea poco considerable, y se desvanece a medida que aumenta el ancho, llegando un momento en que no tiene contorno cierto, pues su resplandor se confunde con la claridad del cielo, siendo entonces su brillo muy vivo; y mientras que un arco más estrecho sólo ilumina el horizonte boreal, un arco más ancho alumbra todo el cielo, como la luna llena media hora después de su salida. Es este arco luminoso una porción del círculo que cada observador ve de un modo diferente.

Cuando la aurora es muy brillante, se ven a veces uno o varios arcos mas elevados hacia el cenit y concéntricos al primero; también se han observado en épocas de grandes fríos unos arcos blancos a una altura considerable que los meteorólogos consideran como imágenes de la aurora boreal cuya luz se refleja hacia el observador por las partículas heladas, formando un arco brillante en el cielo.

Una vez formado el arco, dura varias horas, pero no está quieto, sino en perpetuo movimiento; se eleva y baja, se extiende al este o al oeste y se rompe por algunas partes; son notables sobre todo estos movimientos, cuando la aurora se ensancha y comienza a lanzar rayos, pues entonces adquiere el arco luminoso mayor brillo en un punto, penetrando y como mordiendo el segmento obscuro, subiendo hacia el cenit un resplandor brillante parecido al del arco; su ancho es de unos 15 minutos, y rara vez menor; más brillante en el centro que en los bordes, que se destacan perfectamente sobre el azul del cielo; lánzale este rayo con la rapidez del relámpago hasta la mitad de la bóveda celeste, dividiéndose arriba en varios rayos secundarios y tomando el aspecto de un haz luminoso, que por lo común sube verticalmente, y rara vez forma ángulo con el horizonte; alárgase en ocasiones, o se acorta, no conservando jamás la misma forma cinco minutos seguidos, sino que se mueve a una y otra parte y ondula como una cortina agitada por el viento; palidece en seguida poco a poco, y desaparece por último dejando el campo libre a otros rayos: si son estos muy brillantes, ofrecen con frecuencia colores verdes o rojo obscuro; si no se elevan a mucha altura, presenta el arco gran semejanza con un peine.

Cuando son muy numerosos los rayos lanzados por el arco y sus luces palpitantes se elevan hasta el cenit, forman una corona boreal cuyo centro está en la prolongación de la aguja de inclinación, formando esta corona la parte más hermosa y notable del fenómeno; parece el cielo una cúpula de fuego sostenida por columnas de luz diversamente coloradas; al disminuir la fuerza de proyección de los rayos, desaparece primero la corona, observándose aquí y acullá un resplandor pálido que aumenta por momentos y luego se extingue al igual que el arco luminoso. El íntimo enlace de la aurora boreal y el magnetismo terrestre, probado por la posición del arco y de la corona boreal, es aún más evidente, cuando se consideran las columnas.

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