Características de las arterias

En el vivo las arterias son cilíndricas; en el cadáver, cuando se hallan intactas, están un tanto aplanadas; pero cuando se cortan y penetra en ellas el aire, recobran su forma primitiva. El calibre de las arterias va disminuyendo desde su origen hasta su terminación, sobre todo al nivel de las grandes colaterales; pero normalmente no presentan ni estrecheces ni dilataciones.

Henle clasifica las arterias, por su calibre, en seis órdenes diferentes, aparte de los troncos aórtico y pulmonar; pero las cifras que indican los calibres pueden variar según los individuos. He aquí los calibres de los seis órdenes de arterias:

1° 3 milímetros. Ejemplo: Carótida primitiva.
2° o milímetros. Ejemplo: Humeral.
3° 5 milímetros. Ejemplo: Cubital.
4° 3, 5 milímetros. Ejemplo: Temporal.
5° 2 milímetros. Ejemplo: Auricular posterior.
6° De 1 milímetro a 0,5 milímetros. Ejemplo: Supraorbiteria.

La dirección de las arterias es generalmente rectilínea; pero muchas veces, por la disposición anatómica de la región, o por la estructura delicada del órgano a que se dirigen o porque elite órgano es muy movible, presentan variadas curvas y flexuosidades.

Las arterias, en general, están protegidas contra las violencias exteriores por su situación profunda. En los miembros, sin embargo, son bastante superficiales. La femoral, especialmente, sólo esta protegida en el pliegue de la ingle por la piel y las aponeurosis. Debe observarse, sobre este punto, que la arteria crural está eficazmente protegida en los cuadrúpedos y que en el hombre lo estaría si fuese la cuadrúpeda su estación normal; pero al darle la posición bípeda la naturaleza no ha modificado su organización sino lo estrictamente necesario, sin que la adaptación haya llegado a modificar todos los órganos. Lo propio ocurre con la arteria subclavia en el triángulo subescapular.

Ordinariamente las arterias están separadas de los huesos por una capa muscular, pero algunas veces cruzan o contornean los huesos descansando en ellos inmediatamente (subclavia, radial, femoral); y esta disposición es utilizada para la compresión durante las operaciones quirúrgicas y para la exploración del pulso. Cuando una arteria está en contacto con un hueso, éste presenta una depresión más o menos manifiesta, como si fuese desgastado por el incesante latido del vaso.

Algunas arterias recorren conductos óseos (la carótida interna en el canal carotídeo). Es muy frecuente que en su curso se alojen las arterias en los intestinos musculares, y sus relaciones con los músculos son muy importantes.

Casi todas las arterias gruesas costean algún músculo al cual son más o menos paralelas, y al que ha donominado Cruveiller músculo satélite. Así el sartorio es satélite de la femoral, el biceps de la humeral, el externo cleido-mastoideo de la carótida primitiva. Las aponeurosis que forman vainas destinadas a aislar los grupos musculares suministran frecuentemente desdoblamientos que abrazan en una envoltura común a las arterias y a las venas correspondientes; muchas veces un nervio importante de la región está comprendido en la misma vaina, formando con la arteria y la vena lo que se llama paquete vásculo nervioso.

Cuanto más periféricos, más expuestos están los órganos a las causas de refrigeración; a su vez las arterias cuanto más se alejan del centro, emiten ramos más numerosos que envuelven las partes en una red vascular, como ocurre en las manos, pies, nariz y orejas, sosteniéndose de este modo el equilibrio de la calorificación.

El volumen de las arterias de cada órgano es proporcional a la actividad funcional que éste tiene que desplegar; y la distribución de los ramúsculos arteriales y las disposiciones de las redes capilares varían también hasta tal punto que cada órgano tiene una circulación particular con condiciones mecánicas propias, aunque no desligada, en modo alguno, de la circulación general.

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