Caracteres generales de la ciencia astronómica

A pesar de la sencillez de los fenómenos de que se ocupa, ha caminado con lentitud la Astronomía, mientras tuvo que suplir la falta de experimentos para la continuidad de las observaciones; pero el día que llegó a ser una reina de la Mecánica, ciencia esencialmente experimental, es decir, en la que cada principio puede someterse a una prueba inmediata y decisiva, tomó un desarrollo rápido e hizo tales progresos, que no cabe ya vacilación de ningún género en afirmar que aunque se perdiesen las observaciones efectuadas en las primeras edades, sería posible con las ejecutadas en un solo observatorio durante la vida de un hombre, reconstituirlas, y por decirlo así, restaurar el conjunto tal y como existe en la época presente.

Toda ciencia esta constituida por la observación y el raciocinio; pero entre todas ellas la Astronomía es la que tiene menos parte de observación y más parte de raciocinio, y sin exageración se puede decir con Comte, que por reales que sean los fenómenos, están esencialmente fabricados por nuestra imaginación, puesto que no es posible ver inmediatamente la figura de la Tierra, ni la curva descrita por un planeta, ni aun el movimiento diurno del cielo: sólo nuestro espíritu puede formar estas diversas nociones combinando por raciocinios a veces muy laboriosos y complexos, sensaciones aisladas que sin ese esfuerzo intelectual, serían por completo insignificantes; y de ahí el carácter eminentemente racionalista y antiempírico de la Astronomía: el empleo fácil, extenso y continuo de los métodos y teorías matemáticas, y la certidumbre y facultad de pronosticar que nos ofrece el tipo de la exactitud y previsión científica.

En nada aparece más patente el carácter racionalista de la Astronomía que en el estudio de su desarrollo; cada progreso se presenta como un esfuerzo de la razón para separar en los datos sensibles, lo que es objetivo de lo que es sujetivo, como la rectificación de un error o una ilusión de la vista. Ilusiones sobre la forma del cielo y de la Tierra, sobre los límites del mundo, las distancias y magnitudes de los astros y finalmente sobre los movimientos celestes, prevalecieron por mucho tiempo, fueron al cabo y poco a poco derribadas y sobre sus ruinas se construyó el verdadero sistema del mundo.

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