Bocinas y tubos acústicos

Para la transmisión de la palabra se emplean las bocinas y los tubos acústicos.

La bocina fue inventada en 1670 por Samuel Morland y sirve para evitar la pérdida de intensidad que experimenta el sonido a medida que la distancia aumenta.

Según Kircher, la bocina era ya conocida por Alejandro el Grande, que se servía de ella para mandar a sus soldados, aun cuando estuviesen a cien estadios (18 kilómetros) de distancia.

Actualmente se emplea la bocina a bordo de los buques para hacerse oír, a pesar del ruido de los vientos y de las olas, ya en los mismos barcos al mandar las maniobras, ya de unos a otros cuando se ponen al habla.

Lambed ha ideado el remplazar la bocina cónica por una combinación de superficies curvas de otro orden; a continuación de la embocadura coloca un elipsoide y a continuación de éste un paraboloide, con cuya disposición la onda sonora producida junto a la embocadura se hace cilíndrica y debe conservar una intensidad constante a todas las distancias.

Los tubos acústicos son tubos de caucho o de cobre que se emplean con mucha frecuencia para hablar de un departamento a otro en un mismo edificio, en los talleres, fábricas, almacenes, buques, etc.; se fundan en que el sonido propagado en una masa limitada de aire, se trasmite en el sentido de la longitud sin perder casi nada de la fuerza viva originaria.

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