Blanqueo de los alfileres

El blanqueo se hace de una manera muy sencilla; se colocan los alfileres en unos platillos de estaño, parecidos en su forma a los de las balanzas; se forma una pila con varios de estos platillos, cargados de alfileres y se les sumerge en una caldera de agua hirviendo que contenga en solución una cantidad conveniente de cremor tártaro.

Después de una sumersión de cuatro horas, se sacan los platillos que contienen los alfileres, ya completamente estañados.

Para secarlos se les echa en un tonel inclinado, que contenga serrín de madera y al cual por medio de un engranaje, se comunica un rápido movimiento de rotación.

Para separar después los alfileres del serrín se vierte la mezcla en cribas enteramente semejantes a las empleadas para el trigo.

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