Balas de cañón

Las balas de cañón se moldean con una mezcla de arena y carbón de piedra pulverizados, humedecida hasta el punto de poder conservar la forma que se la de con la mano.

Las cajas para moldear los proyectiles son de hierro colado y están divididas en dos o más partes, cada una en figura de tronco o pirámide truncada. Los modelos de los proyectiles son de bronce y están también divididos en semimodelos o mitades. Cuando los proyectiles son huecos, la media caja inferior tiene en la parte de abajo una barreta con un taladro cilíndrico, donde con una chabeta se asegura el árbol del sólido que ocupa en el acto de la fundición el espacio correspondiente al hueco interior del proyectil, sólido al que se da el nombre de alma.

Moldeados los proyectiles y dejando un hueco o bebedero por donde ha de verterse el metal fundido, se extrae éste del cubilete en calderos de hierro preparados para esta operación, y pasa de ellos a los moldes. Hecha la colada y transcurrido algún tiempo, se deshacen los moldes, se dejan enfriar las balas y se las corta el bebedero y las rebabas.

Pero, de cualquier manera que los proyectiles hayan sido construidos, y sea cualquiera su figura y materia, hay que someterlos a reconocimiento o examen de sus dimensiones y calidad.

Si se trata de proyectiles esféricos, para cerciorarse de que lo son, se los hace pasar por una vitola mayor y se los prueba con otra menor, y luego se pasan por un cilindro, llamado de recepción, de hierro fundido, cuyo calibre es igual al de la vitola mayor. Si los proyectiles son prolongados se usan diferentes vitolas.

En unos y otros proyectiles hay también que comprobar los pesos.

El reconocimiento de los proyectiles se practica con auxilio de compases curvos, reglas graduadas, matrices y plantillas o escantillones de acero fundido.

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