Astronomía caldea

Es opinión general de los historiadores y arqueólogos científicos que la Astronomía caldea es antiquísima. Según asegura Porfirio, citado por Simplicio, Calístenee, que fue con la expedición de Alejandro, envió de Babilonia a Aristóteles observaciones de 1.903 años, esto es, de una época anterior en 2.230 a la era cristiana.

De las que se conservan, alcanzan las más antiguas al año 720 antes de J. C.; son tres eclipses de Luna mencionados por Ptolemeo en su Almagesto y de los que se sirvió para determinar los movimientos de nuestro satélite; probablemente serían las más antiguas con que contaron Ptolemeo e Hiparco, de suficiente exactitud para utilizarlas en esas determinaciones, exactitud que precisamente está en razón del intervalo que separa las observaciones extremas.

Por lo demás, no es posible dudar de lo versados que estaban los antiguos caldeos en el conocimiento de los movimientos del Sol y de la Luna. Muchos historiadores, en particular Gemino, compañero de Sila, les achacaban varios períodos luna-solares, que sólo podían ser resultado de una larga serie de observaciones: entre otros se cita el período de 6.585 días y en el cual efectúa la Luna 223 revoluciones respecto del Sol, 239 revoluciones anomalísticas y 241 revoluciones respecto de los nodos. Los eclipses observados en uno de esos períodos se reproducen en los períodos siguientes de la misma manera, lo cual proporcionaba un medio sencillo para predecirlos. Dice Laplace que este período y el medio ingenioso de calcular la principal desigualdad lunar, forman el monumento astronómico más curioso existente antes de la fundación de la Escuela de Alejandría.

Es de presumir que los caldeos tuvieron ideas bastante exactas de los cometas, puesto que los creían astros sometidos, al igual de los planetas, a movimientos regulados por leyes eternas; hay probabilidades de que midieran el globo, a juzgar por lo que decían de que sé necesitaba un año para darle la vuelta caminando sin detenerse, cosa muy cercana a la realidad.

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