Arte y ciencia de la astrología judiciaria

Véase lo que exclama Tycho-Brahe al hacer la apología de la ciencia astrológica. “El hombre encierra dentro de sí una fuerza mucho mayor que la de los astros; vencerá sus influjos si vive según la justicia, pero si sigue ciegamente sus inclinaciones, si desciende a la clase de los brutos y de los animales viviendo como ellos, entonces ya no manda el rey de la naturaleza, sino por el contrario, la naturaleza es quien manda en él”.

En la Astrología judiciaria hay que distinguir una ciencia y un arte: la ciencia del influjo de los astros sobre el hombre, dependencia natural de la Astrología meteorológica, y el arte de la adivinación astrológica, cuyo puesto es igual al de las demás artes adivinatorias.

Que la ciencia astrológica, sin implicar necesariamente el fatalismo haya dado origen a predisposiciones de espíritu fatalistas, y a un arte fatalista, y haya sido por esta razón más funesta que útil a los progresos del espíritu humano; que desde este punto de vista viene a ser hasta cierto punto antípoda de la Alquimia, cuyo gran principio es el poder del hombre sobre la naturaleza; que varias causas hayan concurrido a fundar y perpetuar el reinado de los dogmas astrológicos: la idea de la vida y de la divinidad de los astros, la opinión que hacía del hombre una especie de reducción y espejo del mundo, microcosmo, la necesidad de buscar una finalidad a los planetas y estrellas, la falta de ciencias en la antigüedad, intermedias de la Astronomía y la Antropología, que dan a conocer los verdaderos influjos a que el hombre está sujeto; que el arte de la adivinación astrológica nacido del misticismo y la impostura, reinó y se propagó sobre todo en los países y en los tiempos de servidumbre política y de pasividad intelectual, y que rebajó la conciencia donde quiera que dominó los espíritus mereciendo con justo titulo la condenación de las religiones morales como el antiguo judaismo y el cristianismo.

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