Arquitectura renacentista greco-romana

Poco a poco, y a medida que olvidada la Arquitectura ojival se estudiaban los modelos de la Roma antigua, se fue marcando la sobriedad que ostentan la catedral de Granada y el alcázar de Toledo; pero como de costumbre, se extremó esta tendencia hasta dar en la segunda mitad del siglo xvi en la rigidez y sequedad de una copia servil de los órdenes clásicos, como la última palabra de la perfección artística; motivo por el cual la Arquitectura de este último período del Renacimiento se llama greco-romana.

Esta Arquitectura recibió sello y carácter del genio de Miguel Ángel con motivo de la construcción de la iglesia de San Pedro de Roma, empezada en 1506 por el famoso Bramante, y concluida por Carlos Maderno a principios del siglo siguiente.

No sólo consagró San Pedro de Roma el estilo harto severo en que empezó decididamente la decadencia de la Arquitectura y la pérdida de su espontaneidad, sino que señaló un prototipo para la disposición de las iglesias que se ha seguido hasta el día, siendo nuestro célebre monasterio del Escorial uno de los primeros en adoptarlo. Construido durante el reinado de Felipe II por Juan de Herrera, con arreglo a los dibujos de su maestro Juan de Toledo, esta obra reúne todas las grandezas y todos los defectos de su original de Roma, y la dura frialdad de su inmensa fachada exterior la ha hecho calificar como una caja destinada a guardar la joya de su iglesia, trazada en forma de cruz griega, conforme al pensamiento de Miguel Ángel en el Vaticano.

Lo colosal de las proporciones empequeñece en uno y otro templo el efecto de la obra; y el empleo, en fachadas, de órdenes que comprenden toda la altura, puesto por entonces en uso, queda denunciado como falso por las filas de ventanas que asoman por entre los fustes de las columnas. Consecuencia inmediata de este olvido de lo natural y propio fue el descarrío que por el churriguerismo tomó en seguida el arte, hastiado de la compasada y monótona estrechez en que se quiso colocarle.

Con todos sus inconvenientes y defectos, la Arquitectura italiana es la única que puede aplicarse a las necesidades modernas, y a su recto y apropiado empleo debe dirigirse la atención do los arquitectos del día.

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