Arquitectura egipcia

La historia escrita del Egipto data de cuarenta siglos antes de nuestra era, remoto tiempo en que la civilización de aquel país venerable aparece en un estado sorprendente de perfección.

Los caracteres de su Arquitectura son la severidad y la solidez, cualidades que, unidas a la índole conservadora del pueblo egipcio, han dado origen a una persistencia sin ejemplo en el estilo, el cual sin dejar de variar y recibir progresos en los detalles, permaneció invariable en su esencia y conjunto, casi hasta la caída del Imperio romano de Occidente.

Los edificios propiamente dichos que quedaron en pie, en número considerable, son templos o palacios, o ambas cosas a la vez. Sus muros exteriores tienen un talud muy marcado, y las coronaciones se componen de dos miembros muy sencillos, arquitrabe plano y gran cornisa en caveto, correspondientes a los dos únicos órdenes de piedras horizontales que forman la techumbre. Las columnas son gruesas, sin basa, o sobre un simple toro; los fustes son lisos o labrados en forma de hacecillos de cañas, y los capiteles aparentan capullos de loto, canastillos de hojas o grupos de cabezas, pero nunca sostienen directamente el techo, sino que se hace sobresalir para ello una prolongación cuadrada del fuste, todo según se deja ver en el adjunto grabado del templo de Edfu, uno de los más modernos.

Los grandes edificios se componían de salas cubiertas, llamadas hipóstilas, porque sostenía su techo un gran número de columnas; atrios rodeados de galerías cubiertas, llamadas salas hipetras, por estar al descubierto, y pórticos de entrada, llamados pilones, como el de Lucsor, compuestos de dos torres con la puerta en medio. Adornaban estas entradas estatuas colosales, generalmente sentadas, y obeliscos llenos de jeroglíficos, como las paredes, las cornisas, las columnas y todas las superficies que no estaban ocupadas con bajos relieves o pinturas.

El templo de la Esfinge, situado en el llano de Guizé, junto al Cairo, contemporáneo de las primeras dinastías, muestra una construcción primitiva con muros lisos y con pilares de sección cuadrada. Las pilastras se chaflanan o se hacen poligonales en Beni-Hasán; y allí mismo aparecen decoradas con la caña del loto, cuyas flores forman el capitel, viniendo al fin a presentar la estría convexa, con la base redondeada y adornada con grandes hojas, siempre con la idea de la imitación real de la naturaleza, y apartándose de la conveniencia artística, precisamente al revés de lo que hicieron los griegos, cuya Arquitectura se pretende derivar de la egipcia.

Las tumbas, cuya edificación parece haber sido la ocupación perpetua de los antiguos egipcios, con diversidad de formas, obedecen todas a un plan, reducido a disponer una excavación donde esconder la momia, precedida de salas para las reuniones fúnebres de la familia, y cubierto todo por un túmulo con un pequeño templo por delante. La forma más conocida del túmulo es la piramidal, que abunda especialmente en las cercanías de Memfis, cuna de la primitiva monarquía del Nilo, y las colosales Pirámides de Guizé, la mayor de las cuales mide 146 metros de altura, son contadas como maravillas de la antigüedad. Templos y sepulturas se hicieron también excavados en la roca de las montañas (speos e hipogeos), siguiendo en su disposición y ornato el modelo de los construidos sobre el suelo, aquí como en todas partes más antiguos que aquéllos.

La Arquitectura doméstica de los egipcios, según lo dejan ver las antiguas pinturas, era sumamente ligera, empleando sólo cañas y troncos, pero con ciertas formas accidentales tomadas de la Arquitectura monumental, como las cornisas, las puertas y los capiteles. Así es que no queda rastro de ella, al paso que las ruinas do los templos y los mal escondidos subterráneos desafían el curso de las edades para cautivar la admiración de todas ellas.

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