En su sentido más lato, la Arquitectura comprende cuanto se refiere a la construcción en toda su generalidad, o sea al arte de emplear los materiales utilizando su resistencia. Pero los inmensos progresos realizados con el tiempo, así en los medios de producción como en la cantidad y diversidad de obras demandadas, ha dividido la profesión en varios ramos, reservando el nombre especial de Arquitectura al arte de construir los edificios habitables y sus análogos derivados, y dando el de Ingeniería a las profesiones diversas cuyo principal objeto se dirige a la actividad industrial.

Tan íntimamente ligadas se hallan en su esencia esas dos ramas principales, que muchos de los adjetivos que hoy se aplican a la Ingeniería se unían antes, sin protesta ni violencia, a la Arquitectura, que se decía militar, naval o hidráulica, dejando el nombre de civil a la que llamamos propia o propiamente dicha.

Rivalidades profesionales y preocupaciones de educación quieren señalar división profunda entre la Arquitectura y la Ingeniería, asignando a aquélla una misión, puramente artística y a ésta un carácter exclusivamente científico.

Mas yerran, sin duda, quienes olvidan que los fundamentos de la Arquitectura se hallan en el conocimiento y combinación de las fuerzas naturales, y que si la obra del ingeniero no satisface el fin estético, no es merecedora de aprobación ni aplauso.

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