Arquitectura e ingeniería de los acueductos

Dos sistemas pueden seguirse para resolver el problema de la conducción del agua: o buscar en la proximidad de la población una corriente y sin cuidarse del desnivel elevar por medio de máquinas la cantidad necesaria a la altura que la distribución exija, o acudir a la construcción de acueductos.

En el primer caso, la fuerza de la máquina ejecuta constantemente, día por día, segundo por segundo, el trabajo útil, necesario para elevar el agua; en el último caso, con la construcción del acueducto se ejecuto este trabajo mecánico, por decirlo así, de una vez para siempre: el punto de toma se elige superior al nivel de la población, y el agua, corriendo en virtud de su propio peso por una serie de planos inclinados, llega al depósito, desde el cual ha de distribuirse.

Desde el punto de vista económico, hay la misma diferencia entre uno y otro sistema que la que existe entre una renta y un capital empleado de una vez; desde el punto de vista mecánico, a un trabajo continuo se sustituye un trabajo inicial.

Los arquitectos antiguos no podían escoger entre ambas soluciones, porque el atraso de la maquinaria hacía irrealizable la primera como medio permanente de abastecimiento, y por tanto la segunda, es decir, el sistema de conducir el agua rodada por acueductos, les era impuesta por la necesidad.

Desde aquellas épocas hasta hoy, la maquinaria ha llegado a un extremo admirable de perfección, y ya es posible, al menos bajo el aspecto económico, la comparación de ambos sistemas; pero si ha dominado por algún tiempo el sistema mecánico o de agua forzada, es lo cierto que se hace sentir ya una reacción entre los constructores en favor del sistema contrario.

Los grandes ríos próximos a las poblaciones quedan destinados, por regla general, a la industria, a la navegación, al riego, a los baños y al lavado; mas para los usos domésticos debe renunciarse a tomar el agua al lado de las capitales, y es forzoso ir a buscarla a donde, no hallándose contaminada, conserva su primitiva pureza, condición esencialísima del agua potable.

Mas si no conocieron los antiguos otro medio de abastecimiento que el de los acueductos, en cambio dieron a éste un grado tal de perfección, que a pesar de los increíbles adelantos de las artes y las ciencias y de los poderosos recursos que prestan al ingeniero en el ejercicio de su profesión, es difícil en nuestros días ir más allá de donde llegaron los constructores de los primeros siglos de nuestra era.

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