Arquitectura del Renacimiento

Desenvuelta la Arquitectura ojival en las elevadas naves de los grandes templos católicos, pudo ser aplicada, sin grave obstáculo, en feudales castillos y lonjas comerciales; pero no se adaptaba a la construcción de los edificios habitables, que en número creciente exigía la vida social a fines del siglo xv, sin que resultase contradicción evidente entre las prolongadas líneas verticales, propias del estilo, y los planos horizontales que en realidad han de formar los diversos pisos de una casa o de un palacio.

Motivo bastante hubiera sido esto para crear un estilo nuevo, si en realidad no se hallara ya constituido en la Italia central, donde la persistencia de las antiguas tradiciones impidió que el arte ojival tomara carta de naturaleza.

Cierto es que no faltan ojivas, cresterías, ajimeces y botareles en muchas e importantes iglesias de aquel país privilegiado de las artes; pero a poco que se estudien se echa de ver que no ha penetrado en ellas el espíritu del sistema, y que los elementos ojivales entran solamente como adorno accesorio dentro del cuadro formado por los arcos de medio punto y las líneas horizontales no interrumpidas.

Mayor ocasión para dejar papel puramente decorativo a los detalles ojivales proporcionaron los numerosos edificios civiles de las ricas ciudades italianas, y bastó un genio como Bruneleschi, o un hombre de tan vasta instrucción como Alberti, para que desde la primera mitad del siglo xv se manifestase una tendencia decidida hacia el empleo de los elementos clásicos, que tan oportunamente se acomodaban a las nuevas necesidades.

La influencia que Italia tenía entonces en el movimiento intelectual de Europa facilitó la propagación del género que pretendía resucitar las formas romanas, y como por entonces se empezó a vulgarizar el estudio de las letras clásicas, dando lugar a la fase literaria que se llama del Renacimiento, también se ha llamado Arquitectura del Renacimiento el arte donde ha tornado principio la Arquitectura moderna.

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