Arquitectura de la restauración

El exceso mismo de las extravagancias churriguerescas provocó una reacción exagerada en favor de la pureza de las formas antiguas, tales como habían llegado a quedar en el último período del Renacimiento, y sujetándose a los cánones invariables que habían establecido los preceptistas italianos.

Fontana y Juvara en Italia levantaron la bandera que ya habían sostenido con gloria, en la época misma de la corrupción, Wren en Inglaterra y Perrault en Francia, y la creación que por entonces tuvo lugar de las Academias de Bellas Artes, dio a la cruzada contra el barroquismo carácter y fuerza oficiales, de tal manera, que nadie se había atrevido hasta hace poco a apuntar alguna idea en elogio a los discípulos de Borromini.

Empezó, pues, de nuevo el Arte a volver atrás la vista, y a turnar más y más servilmente los tipos de la Arquitectura romana para componer y adornar con ellos los edificios.

El palacio real de Madrid empezado por Sachetti en el año 1737, es uno de los mejores modelos del estilo, como es una de las más notables residencias reales de Europa. Don Francisco Sabatini, oficial de ingenieros, que llegó a ser teniente general, hizo en 1769 la Aduana (hoy Ministerio de Hacienda), y en 1778 la Puerta de Alcalá, con otras muchas obras de gusto depurado, pero con visible amaneramiento. En el reinado de Carlos III, D. Ventura Rodríguez proyectó y dirigió multitud de obras, tanto en Madrid como en toda España, en las cuales todavía el gusto greco-romano se acomoda bastante bien a las exigencias de la Arquitectura civil y religiosa; pero el impulso hacia atrás estaba dado, y sus sucesores no podían menos de acudir a las fuentes griegas primitivas, distinguiéndose en este camino D. Juan de Villanueva, a quien se deben el Museo del Prado, el Oratorio del Caballero de Gracia y el Observatorio astronómico.

La Arquitectura se redujo desde entonces a imitar, a calcar los antiguos edificios en todas sus partes, y cuando el romanticismo hizo apreciar los tesoros artísticos y literarios de la Edad Media, a la imitación clásica se agregó la imitación ojival, y luego la románica, la bizantina, la plateresca, la egipcia, la arábiga y toda clase de copias, creyendo haber conseguido el sumo triunfo cuando en la Walhalla, de Munich, se contrahacía el Partenón, o se dejaba creer que el Museo de Oxford era una abadía católica de la Alemania imperial.

Ahora está más al uso la mezcla arbitraria de todos los estilos que se cogen a la mano, y el afán de originalidad, junto con las arbitrarias vaguedades que ha producido la intrusión de los literatos en el dominio del Arte, son causa de la actual confusión y anarquía en que se mueve la Arquitectura; pero que por su mismo exceso, obligando a los arquitectos a salir de su esfera puramente técnica, dará nacimiento a la fundación de principios racionales y universalmente reconocidos para la práctica de la profesión.

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