Arco de triunfo o triunfal

Fábrica magnífica en forma de arco, adornada de estatuas, bajos relieves y trofeos, que se levantaba antiguamente en honor de las victorias de algún general, o para honrar algún ilustre personaje, y de aquí las dos clases de arcos que distinguían los romanos (Arcus triumphalis y fornix).

Los griegos no erigieron esta clase de monumentos, pues el que existía en Atenas, llamado de Adriano, fue construido por los romanos. Estos son los creadores de este género de construcciones. Créese que el primero que se levantó en Roma lo fue por Estertinio en el foro Boario, y el segundo cerca del circo Máximo.

Al principio de la República se levantaron también arcos triunfales para el paso de los generales victoriosos; pero eran simplemente obras provisionales de madera cubiertas de follaje, y adornadas con trofeos y armas procedentes del botín, cual aun se construyen en el día para análogo objeto o solemnizar faustos sucesos.

El tercer arco lo erigió en Roma Escipión el Africano sobre el Clivio Capitolino, y el cuarto Fabio Máximo en la Vía Sagrada. Nada queda de estos antiguos monumentos.

Se construyeron después otros muchos, de los que nos quedan algunos restos, e indicaremos los principales de Roma.

El arco de Druso, construido en la Vía Apia, en honor de Claudio Druso. El de Tito, erigido en tiempo de Domicieno; está al pie del Palatino, y puede considerarse como el tipo más elegante de esta clase de monumentos. Es todo de mármol blanco, y mide de altura 18m con 14,50m de ancho y 8,25m bajo de la clave.

Mencionaremos también el de Septimio Severo, el de Galieno, el de Dolabella, el de Stilano y el de Constantino.

En otros puntos de Italia son de citar el de Benavente, Rímini, Susa, y sobre todo los de Trajano en Roma y en Ancora, representado este último en la lamina adjunta.

En África es notable el de Tebesa; en Francia se conservan los de Besangón, Langres, Reims, Orange y otros, y en España los de Mérida, Santiago, Caparra y Bará.

La tradición se ha perpetuado, y en épocas modernas también se han construido tales monumentos imitando los antiguos.

Muchos pueblos han levantado estos modernos arcos. En París son notables, el del Carrousel, de tres vanos, edificado de 1806 a 1809, y el de la Estrella. En Nápoles el del Rey Alfonso; en Vicencio el arco de Palladio; en Berlín el de entrada al Palacio Real, y en Madrid los destinados a puertas, como los de Alcalá, Toledo y San Vicente.

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