Como ni las repetidas presiones a que se somete la pasta de las aceitunas, por enérgicas que sean, ni aun facilitadas por el escalde, pueden separar por completo todo el aceite que en dicha pasta se encuentra, se han ideado ciertos procedimientos, reducidos a tratar los orujos por algunos disolventes del aceite para agotarlos por completo.

Muchos son los métodos ideados para el caso; pero la exposición de uno de ellos bastará para dar idea del fundamento de todos, puesto que consisten en emplear el bisulfuro de carbono como disolvente del aceite.

MM. Boniere, Deprat y Pignol, de San Nazario, han imaginado un procedimiento para extraer de las películas o pulpas de las aceitunas que han sido ya prensadas, el aceite que ellas pueden contener aún. Este procedimiento consiste en hacer pasar a través de la masa de estos residuos contenidos en una especie de caldera, formando el aparato de desplegamiento, una corriente de bisulfuro de carbono y un chorro de vapor, y después evaporar el sulfuro para separarlo completamente del aceite obtenido.

El aparato se compone de dos partes distintas, la una, la caldera propiamente dicha, que contiene el aceite extraído del que es preciso separar el bisulfuro de carbono, y la otra una cubeta, dispuesta para condensar y dirigir al exterior las porciones de bisulfuro que no se han separado por la evaporación. La caldera está calentada por un serpentín de vapor colocado hacia el fondo de la masa del aceite mismo, con agitador de alas movibles reunidas sobre un eje inclinado, que recibe un movimiento de rotación continuo y agita constantemente la masa líquida, y como el bisulfuro se evapora a baja temperatura, se desprende fácilmente y con rapidez. Sin embargo, al final de la operación, como pueden quedar algunas partículas, se hace llegar, por un segundo serpentín colocado en el interior de la cubeta, una corriente de agua fría que condensa todo el bisulfuro que resta, el cual sale al exterior por una lotera que abraza la parte inferior del serpentín.

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