Año anomalístico sidéreo y trópico

En astronomía, el tiempo que el sol invierte en su movimiento aparente alrededor de la Tierra, para volver exactamente al mismo punto de su órbita, o sea de perigeo a perigeo, es el año anomalístico, de la voz anomalía que significa desigualdad.

El perigeo tiene un movimiento directo de 11,8” por año; de aquí resulta que cuando el Sol, partiendo de un perigeo, ha efectuado una revolución sidérea, tiene aún que describir el arco de 11,8” para volver al perigeo.

El valor del año anomalístico es, pues:

año sidéreo + 11,8” x t/1296000

en cuya expresión t es el valor en días de un año trópico.

El año anomalístico, expresado en días medios, es de 365,259700 días o de 365 días 4 horas 13 minutos 58 segundos y 8 décimas de segundo.

Año sidéreo es el tiempo que emplea el Sol, partiendo de una estrella determinada, en volver a la misma estrella: el valor del año sidéreo lo de la expresión

t’ = t + tP / 1296000

en la que t’ es el valor en días del año sidéreo y t el valor en días del año trópico. A causa de la presesión de los equinoccios que hace retrogradar anualmente el equinoccio de primavera de oriente a occidente 50”,3°, el año trópico resulta más corto que el sidéreo; se hace uso de estos últimos para comprobar la tercera ley de Kepler, que hace que los cuadrados de los tiempos de las revoluciones de los planetas alrededor del Sol son entre sí como los cubos de la distancia de los planetas al Sol. La duración del año sidéreo en días medios es de 365,425637 o de 365 días, 6 horas, 9 minutos, 10 segundos y 37 centésimos. El año sidéreo, pues, supera al trópico en 20m 18,77s.

El año trópico es el tiempo que emplea el Sol partiendo del equinoccio de primavera para volver al mismo equinoccio.

Si el punto equinoccial estuviese fijo en la esfera celeste, como lo están las estrellas, es evidente que el año trópico sería igual al año sidéreo; pero el punto equinoccial se mueve hacia el oeste y va, en cierto modo adelantándose al Sol, de donde resulta que el sol vuelve al equinoccio antes de haber realizado su revolución sidérea: este es el fenómeno de la presesión o avance del equinoccio, cuyo valor acabamos de dar, cuando hemos hablado del año anomalístico.

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