Animales salvajes

Se llaman salvajes todos los animales que se hallan completamente abandonados a sí mismos, abrazando por lo tanto esta calificación a todos los animales, si se exceptúan las cuarenta o cincuenta especies que se consideran como domésticas.

Entre los animales salvajes hay, sin embargo, grados muy diversos de salvajismo; los hay muy mansos y confiados que no sólo no se espantan por la presencia del hombre, sino que le dejan aproximarse hasta poderlos tocar y aún a veces ellos mismos se acercan a las viviendas; otros, recelosos, huyen a su vista, y otros, en fin, le atacan, bien frente a frente, o bien valiéndose de la astucia.

Se ha intentado muchas veces domesticar multitud de animales salvajes colocándolos en los jardines de aclimatación; pero el problema de domesticar un animal es muy diferente del de aclimatarle.

Muchos son los animales en que se ha conseguido que vivieran y se acostumbraran a un terreno y un clima completamente opuestos a aquellos en que nacieron, pero muy raros los que siendo de naturaleza salvaje, aun después de su aclimatación, se han sometido al yugo del hombre. Aun aquellos que se avienen a la presencia de éste son muy difíciles de domesticar. Se han dado muchos ejemplos de que haya sido desde su más tierna edad criada una pareja de animales salvajes, la cual ha permanecido siempre en completo estado de domesticidad; sin embargo, cuando han tenido hijos, éstos han nacido salvajes y para reducirlos a la domesticidad ha sido necesario emplear los mismos cuidados y trabajos que requirió la sumisión de los padres.

Sin embargo, no por eso debe abandonarse la idea de domesticar muchas especies que podrían reportar grandes beneficios al hombre; la empresa es difícil, mas no imposible. Buena prueba de ello la ofrecen los avestruces que hasta hace muy poco tiempo se consideraban como animales casi imposibles de domesticar y casi estaba a punto de abandonarse tal empresa, cuando se supo que los naturales de África tenían desde tiempo inmemorial domesticadas estas aves y se servían de ellas para el aprovechamiento de sus plumas que constituía uno de sus principales adornos, y para el de sus huevos y carnes que les servían de alimentos. Hoy el avestruz se halla casi por completo domesticado y en muchas partes sirve como bestia de tiro y carga.

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