Anillo signatorio

La mayor utilidad que ha prestado el anillo ha sido la de servir de sello, oprimiendo el chatón grabado en hueco sobre una materia plástica. Salta a la vista lo cómodo de llevar en el dedo el sello, cuya impronta, en algún tiempo, sirvió de firma, y poder, por consiguiente, echar mano de él siempre que se ofreciera.

Los egipcios firmaban sus documentos imprimiendo el sello de su anillo en arcilla, yeso o tierra sigilar y la impronta de un sello hacía fe en los casos judiciales.

El chatón más frecuente es la imagen del escarabajo esculpido en piedra (cornalina, diorita y otras) o hecho de arcilla y esmaltado, en cuya base se lee una inscripción jeroglífica grabada en hueco; otras veces consiste en una placa de oro, piedra o arcilla; y tanto éstas, como los escarabajos, montados en pivotes que los permiten girar. Las leyendas de los sellos son de carácter religioso, o bien una salutación, lema o nombre propio.

Loa asirios usaban para sellar los pequeños monumentos denominados cilindros; pero no los montaban en sortijas, ni su forma lo hubiera permitido.

Hay que admitir que los griegos tomaron de los egipcios el uso del anillo signatorio, probablemente por mediación de los fenicios, quienes hicieron escarabajos copiados de los de Egipto. Puede asegurarse que por el siglo vi antes de J. C. se usaban ya chatones para sellar cartas, cofrecillos, puertas, etc. En tiempo de Solón se dictó una ley prohibiendo a los grabadores de sellos quedarse con improntas de sus obras, las cuales debían servir para sortijas. Las llevaban en el dedo anular.

Los anillos propiamente dichos, de los ejemplares descubiertos en las tumbas de Grecia, afectan forma semicircular, alargada por los dos extremos que vienen a coger la montura de la piedra; otras veces, cuando el anillo es más grueso, el borde se ensancha para ofrecer una superficie normal en 1s cual está incrustada la piedra. Las piedras frecuentes son: ónice, cornalina, jaspe, amatista, y suelen estar talladas en relieve por un lado, figurando por lo común el escarabajo a la manera egipcia, o un león, y por otro en hueco, que es el verdadero sello.

Los anillos con los escarabajos se han hallado con profusión en las tumbas etruscas y se usaban con cierta intención supersticiosa. Las figuras grabadas en hueco suelen ser imágenes de divinidades tales como Venus, Céreo, Proserpina, como se ve en un anillo encontrado en Crimea. En las tumbas de Cumas y de la Italia meridional se han hallado numerosos anillos de manufactura griega, lo cual prueba que debieron ser los griegos y los etruscos quienes dieron a los romanos los modelos de sus sortijas. La forma y la montura es en un todo semejante, si bien los anillos signatorios romanos sólo llevan grabado por una sola cara.

Se conocen los emblemas escogidos por algunos personajes para sus sellos, que solía ser el retrato de un antepasado o amigo: Léntulo Sura usaba el de Escipión, los discípulos de Epicuro el de su maestro, Sila el de Yusairta su cautivo; o bien la imagen de alguna divinidad, César la de Venus, Pompeyo un león, Augusto una esfinge, más tarde el busto de Alejandro y por último su propia efigie, en lo cual le imitaron sus sucesores, menos Galba que adoptó el sello de su familia, cuyo asunto consistía en un perro sobre una proa.

El uso de los anillos signatorios venía ya de los romanos desde la segunda guerra púnica, para sellar misivas y documentos públicos y privados para darles autenticidad, así como los empleaban con más frecuencia que los griegos para sellar cofrecillos, ánforas, graneros, etc. También los llevaban en el dedo anular.

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