Anestesia clorofórmica en cirugía

Hé aquí como se procede generalmente:

El enfermo que se va a operar se coloca en decúbito supino, ligeramente levantada la cabeza y libre de toda constricción que pueda dificultar las funciones respiratoria y circulatoria. Es bueno que el enfermo esté en ayunas.

El cloroformo se vierte en cantidad de seis a ocho gramos en una compresa doblada varias veces en un nido (especie de cucurucho) hecho con compresas, en cuya cavidad se colocan hilas informes o algodón en rama, sin necesidad de emplear los aparatos, en verdad bien sencillos, de Roux, Berchon, Rochard, Legroux, Paul Bert, etc., y humedeciendo la nariz y el contorno de la boca del enfermo con glicerina, cerato o aceite para evitar la acción irritante local del cloroformo, se aplica el nido o la compresa sobre estas partes, pero no tan exactamente que el enfermo no respire gran cantidad de aire mezclada con los vapores del anestésico. Si se observa tos o sofocación, se separa más la compresa para que los vapores clorofórmicos se diluyan en mayor cantidad de aire.

Suelen sobrevenir vómitos, agitación muscular y excitación cerebral; pero si el pulso y la respiración no experimentan más alteración que una ligera frecuencia y la cabeza no se congestiona excesivamente, todos estos síntomas del período de excitación desaparecen rápidamente, continuando las inhalaciones o aumentando las dosis si es necesario.

De los dos a los cinco minutos, casi instantáneamente en algunos casos, sobreviene el sueño con todas las apariencias del sueño normal. La pupila está dilatada y movible. La insensibilidad para el dolor aumenta gradualmente, aun cuando el enfermo responda con brevedad a las preguntas que se le dirijan.

Continuando las inhalaciones, se produce la anestesia completa con resolución muscular y pérdida total de la conciencia. El pulso sigue un tanto acelerado; la respiración es tranquila, regular, pero lenta; la excitabilidad refleja está muy disminuida; la pupila está contraída.

En este momento puede hacerse el primer corte de la operación, y el enfermo debe continuar en el mismo estado durante toda ella, para lo cual bastará practicar inhalaciones intermitentes cada cinco o diez minutos.

Con veinte grados de cloroformo puede obtenerse la anestesia durante una hora o más. Es inútil y peligroso inhalar más cloroformo que el necesario para conseguir la inmovilidad absoluta del enfermo y su completa insensibilidad.

Terminada la parte cruenta de la operación, se cesa en la administración del cloroformo, volviendo el enfermo lentamente a la conciencia de lo que pasa, mientras se colocan la cura y los vendajes necesarios. La insensibilidad, aunque incompleta, subsiste durante algún tiempo; hay tendencia al sueño; el enfermo no acusa dolor ni incomodidad alguna; si se le pregunta, responde que se halla bien; suele interrogar a los circunstantes sobro si se ha hecho ya la operación, y no conserva ningún recuerde de lo acaecido durante la anestesia.

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