Anatomía patológica de los aneurismas

Se han llamado aneurismas verdaderos los constituidos por la dilatación de todas las túnicas arteriales, y aneurismas falsos los que poseen una bolsa de nueva formación, extraña a la arteria; mixtos internos, cuando la pared del saco está formada por las dos túnicas arteriales internas, herniadas a través de la externa, y mixtos externos, cuando la bolsa está formada por la túnica adventicia, destruidas o rotas las dos túnicas internas.

El aneurisma mixto-externo es la variedad mejor demostrada y más frecuente. Las túnicas internas de la arteria se alteran por el ateroma, por formaciones quísticas, etc. y son rotas, finalmente, por la presión de la sangre que dilata le túnica externa hasta que se equilibran la presión sanguínea y la resistencia exterior. Si después de la rotura de las túnicas internas, la sangre desprende la capa celulosa, insinuándose entre esta capa y las internas, en una extensión mayor o menor, y volviendo a penetrar en la arteria por otra abertura de las túnicas internas, se produce el aneurisma disecante de Laennec.

En todo aneurisma hay que estudiar la pared del saco y el contenido. El saco está formado por los despojos, mejor o peor conservados, de las paredes arteriales, o por una membrana accidental, como en los aneurismas traumáticos. El saco puede ser fusiforme, si su eje es el mismo de la arteria, o saciforme, si está como colgado lateralmente de la arteria, a la manera de un buche. El aneurisma fusiforme parece una dilatación de la arteria, mientras que el saciforme sólo comunica con ella por un orificio al principio pequeño y regular. Los sacos pueden ser desde el tamaño de un guisante o de una avellana hasta el de una cabeza de adulto.

El contenido del aneurisma es sangre líquida y coagulada. Los coágulos se van depositando por capas concéntricas sobre la pared del saco, decolorándose según su antigüedad, de la periferia al centro de la cavidad aneurismática. La coagulación de la sangre en los aneurismas ha intentado explicarse por la teoría de la linfa plástica, teoría de Wardrop, linfa plástica exudada por el saco y coagulada después; por la teoría de los coágulos duros y blandos o activos y pasivos, de Bellinghaur y Broca, según la cual los coágulos duros se depositan concéntricamente cuando el curso de la sangre presenta la suficiente lentitud, no admitiéndose la transformación de los coágulos blandos en duros; por la teoría de Richet que admite esta transformación, y por la de Le Fort, ecléctico, que admite con Richet la transformación de los coágulos y cree con Broca que es necesaria la persistencia de la circulación sanguínea en el aneurisma para que tenga lugar aquella transformación.

La circulación de la sangre es distinta en los aneurismas fusiformes de la de los saciformes; en los primeros, que parecen dilataciones arteriales en forma de huso, la circulación no experimenta más cambio que hacerse más lenta con el aumento de diámetro de su cauce; la tensión sanguínea disminuye y más allá del aneurisma el pulso falta o es muy débil, porque la sangre impulsada por el sístole cardíaco pierde su fuerza al dilatar el aneurisma. En el saciforme el mecanismo circulatorio es distinto; durante el diástole arterial, parte de la sangre sigue el trayecto de la arteria, y parte penetra lateralmente por el orificio del aneurisma; en el sístole arterial el saco se retrae lanzando la sangre con débil tensión en el extremo periférico de la arteria.

Al desarrollarse un aneurisma rechaza, excéntricamente, las partes que le rodean; condensa en su periferia el tejido celular o conjuntivo; las aponeurosis acaban por ceder; los órganos huecos, conducto torácico, tráquea, esófago, son comprimidos y ulcerados por los aneurismas que triunfan de todos los obstáculos, porque a diferencia de los demás tumores, no sólo obran por su crecimiento, sino que trabajan, activa y constantemente con sus latidos o movimientos rítmicos de expansión; hasta los mismos huesos son desgastados, luxados y desarticulados por los aneurismas, como ocurre con el esternón, las clavículas y las costillas en los casos de aneurismas del cayado de la aorta.

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