Anatomía artística

Más que una parte de la ciencia anatómica, es una aplicación de la Anatomía a la representación de la forma humana por el dibujo, la pintura o la escultura.

El sinnúmero de los conocimientos anatómicos es totalmente innecesario a los artistas; pero hay nociones de las cuales no pueden prescindir para que las obras de arte representen con fidelidad la naturaleza. Tales son las relativas a la forma general del cuerpo y de las partes, a las modificaciones que en estas formas inducen las actitudes y los movimientos, la expresión de las pasiones, etc.

Seguramente pintores y escultores pueden ejecutar obras de arte con verdad anatómica, sin consultar los tratados ni el cadáver, ateniéndose solamente a la perfecta observación de los modelos bien conformados y al gusto artístico; pero es indudable que una cultura extensa, no solo en Anatomía, sino también en Fisiología, puede evitar errores graves, y además de esto, da la explicación racional de lo que sin esa cultura los artistas tienen que ejecutar empíricamente y como a ciegas.

Algunas breves consideraciones bastarán para demostrarlo. La enérgica contracción de la mano que empuña un objeto, supone un abultamiento mayor en la mitad superior del antebrazo, y notable cambio de forma en esta parte, porque músculos que mueven la mano están situados en el antebrazo. Seguramente un artista que observe bien a su modelo no puede dejar de ver esta solidaridad entre la flexión violenta de la mano y las modificaciones de las formas del antebrazo, y trasladará al lienzo al mármol lo que la naturaleza da; pero es evidente que con menos facilidad añadirá una mano contraída a un antebrazo en relajación si posee nociones anatómicas y fisiológicas previas.

Otro ejemplo: cuando la cabeza se inclina lateralmente sobre el hombro derecho o sobre el izquierdo, la cara se vuelve hacia el lado opuesto. Un artista buen observador, no necesita el auxilio de la Anatomía y Fisiología para representar esta actitud natural; pero puede muy bien sujetar el modelo a una actitud artificial y por lo tanto viciosa, inclinándole la cabeza sin volver un tanto la cara, si ignora que aquel movimiento de flexión se debe en gran parte al músculo externo cleido-mastoideo, que al mismo tiempo que flexor es rotador de la cabeza.

Es una verdad fisiológica que los movimientos instintivos de las distintas porciones del cuerpo son solidarios, guardan entre sí cierta armonía, esto es, que al movimiento dado de una parte, corresponden ciertos movimientos de otras partes del cuerpo. Si el artista desconoce esta ley de solidaridad funcional del sistema nervioso-motor, las figuras que represente serán artificiales y para el público no perito carecerán de falta de expresión, cuya causa será fácilmente señalada por la crítica inteligente.

Nada más difícil que la expresión de los afectos pasionales. El perfecto y profundo estudio del natural, y eso que se llama intuición artística, pueden hacer prodigios; pero la labor artística será, más fácil y menos empírica si se conoce el mecanismo de la expresión pasional por las contracciones de los músculos faciales y oculares, reaccionando en virtud dedos distintos estados emocionales, y las acciones sinérgicas de todo el sistema muscular. Los conocimientos anátomo-fisiológicos impedirán que el artista traslade sólo la piel de sus modelos, cuando debe hacer adivinar que debajo de esa piel hay músculos que se contraen, sangre que circula, vasos que palpitan y una vida animada de sentimientos y de pasión. Líbrese, al propio tiempo, el hombre de arte, de pintar esculpir piezas de anfiteatro en lugar de personas normales.

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