Análisis psicológico del sentimiento del amor

El sentimiento es una síntesis y la discreción de sus componentes es objeto del análisis. Como esta síntesis implica una unión total e indivisa de los términos, es difícil la discreción y aún se reconoce que en (achaques de sentimiento sabe más el corazón que la cabeza; se siente mejor que se explica) etc.

Dado el objeto del sentimiento, que pone de relieve la receptividad del que siente (que no equivale jamás a la pasividad), hay necesidad de parte de éste de una reacción energía quo obra en su interior para determinar el sentimiento. Así es evidente que para que una cosa nos afecte se exige de nuestra parte alguna inclinación o interés hacia lo sentido, sin lo cual el sentimiento no llegaría a efectuarse y quedaría en la esfera de la posibilidad.

Esta inclinación es el primer momento activo, el impulso dinámico, con que se inicia nuestra energía sensible y consiste en la tendencia o dirección hacia un objeto que nos afecta para unirnos con él. El límite que le es inherente, o sea la inclinación negativa, constituye la indiferencia, que sólo tiene un valor relativo.

Como el sentimiento es por su naturaleza solidario y mucho menos discreto que el pensamiento, tiene la inclinación grados en su producción, le mismo positivamente en la adhesión a lo sentido que negativamente en el desvío de ello. Son estos grados:

1° El apetito, en sentido positivo, y la repugnancia, en el negativo, ambos aplicables a las tendencias del organismo corporal a objetos materiales.

2° El deseo, inclinación positiva hacia objetos que dudamos conseguir, y disgusto, en sentido negativo.

3° Aspiración o anhelo, inclinación positiva hacia objetos que ofrecen dificultad para su posesión, y su sentido negativo, que es la aversión.

4° El amor, como grado máximo de la inclinación positiva (amistad, simpatía y amor), y el de la negativa odio.

No es el amor susceptible de muchas distinciones. La solidaridad y concreción con que nos adherimos al objeto amado, identificándonos con él, dificultan en gran manera que penetre en la complejidad de este sentimiento la fría discreción del análisis. El lenguaje propio del amor y de la pasión es la música más que la palabra, de donde se infiere que tanto la definición como la división del amor son por demás difíciles.

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