Alumbrado natural de luz directa y refractada

La luz directa del sol es demasiado viva y sujeta a enormes variaciones; de modo que un alumbrado en que se utilice dicha luz directa, sería muy irregular y haría imposible todos los trabajos artísticos.

En nuestro hemisferio, es decir, en el Norte, se debe buscar la exposición al Norte, para las galerías de cuadros, los talleres de pintores, grabadores, dibujantes, etc.; en el hemisferio austral debe buscarse la orientación contraria.

La distribución de la luz se ayuda poderosamente por la reflexión; pero no debe utilizarse más que la reflexión difusa.

La reflexión sobre superficies pulimentadas y brillantes, o reflexión especular, no puede utilizarse más que en casos muy determinados.

El color de las paredes reflectoras no es indiferente; el blanco es fatigoso y no conviene más que en los cielos netos; las paredes verticales deben teñirse ligeramente de amarillo o verde.

Las paredes ennegrecidas por el polvo y el humo hacen perder a la luz natural gran parte de su intensidad y son además ruinosas para el alumbrado artificial, puesto que obligan a producir mayor cantidad de luz.

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