Alumbrado doméstico a gas y eléctrico

Al mismo tiempo que el alumbrado con lámparas y con bujías experimentaba estos últimos perfeccionamientos, apareció el alumbrado por gas.

La primera idea fue debida al ingeniero francés Felipe Lebón que en 1775 propuso establecer en cada casa un aparato que él llamó termo-lámpara con el cual se producía, por la destilación de la leña en vasijas cerradas, carbón para la calefacción de las viviendas y gas para el alumbrado de las mismas.

Sin embargo, el primero que consiguió hacer entrar en la práctica el alumbrado por gas fue el ingeniero inglés Murdoch. En Francia no se generalizó hasta 1829; actualmente el alumbrado por gas es el que domina en todos los países civilizados.

Le hacen, sin embargo, ruda competencia: el petróleo, que se quema en quinques especiales semejantes a los de aceite, que da una luz muy brillante y a bajo precio; y en estos últimos tiempos el alumbrado eléctrico. Éste tiene la ventaja de no calentar la atmósfera ni viciar el aire; y se presta, como el gas, a todas las gradaciones posibles.

Las lámparas de incandescencia son las que mejor se acomodan a la aplicación de la electricidad al alumbrado doméstico. El inconveniente que este sistema de alumbrado tiene que vencer, es el elevado precio a que resulta cuando no se monta una instalación muy en grande.

Como ejemplo de una de estar: instalaciones para el servicio del alumbrado doméstico por la electricidad, debe citarse la que, montada por Edisson, funciona desde el 4 de septiembre de 1882 en New-York. Seis enormes máquinas dinamo-eléctricas de 1.200 lámparas cada una distribuyen la electricidad por un distrito entero de la población a través de una red de conductores de 24 kilómetros de desarrollo y en los cuales hay montadas 14.000 lámparas de a 16 bujías cada una. Las lámparas distantes 800 metros de la fábrica alumbran con la misma intensidad que las que brillan al lado mismo de las máquinas.

En estos últimos tiempos también y con objeto de buscar la mayor economía posible con en buen alumbrado y sustituir los efectos del gas y de la electricidad donde no sea posible emplear estos agentes, se han ideado algunos sistemas especiales de alumbrado, ya carburando el aire, impregnándola con el vapor de hidrocarburos ligeros, ya haciendo que se cargue un gas combustible cualquiera de esencias de petróleo, de vapores de naftalina, etc., ya en fin utilizando productos completamente nuevos como la soleína.

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