Alteraciones patológicas de las arterias

Las arterias pueden experimentar numerosas alteraciones patológicas.

En primer lugar hay que considerar loa alteraciones generales del calibre y del espesor de sus paredes. A parte de las diferencias dependientes de la edad, del sexo, de la constitución, de la talla y de las proporciones generales del cuerpo, hay circunstancias en que pueden observarse aquellas alteraciones.

Bencke afirma que las arterias tienen un calibre anormal en los carcinomatosos. En muchos tísicos obsérvase también estrechez general de las arterias y tenuidad de sus paredes, coincidiendo con la pequeñez del corazón. Hay en estos casos un desarrollo deficiente, una hipoplasia del sistema vascular. La debilidad de este sistema y poco desarrollo de los genitales tiene, según Virchow, como fundamento constitucional la clorosis. En la hemofilia existe también tenuidad de las paredes arteriales.

Las variaciones anormales de calibre y de espesor limitadas a una parte del sistema arterial, a la aorta, o a algunas ramas arteriales, depende de lesiones patológicas de sus paredes, o de los órganos a que se dirigen, o en fin de una dilatación de causa nerviosa que mantiene excesivamente llenas las arterias.

En la cirrosis renal hay verdadera hipertrofia de la arteria de este nombre; en el bocio, de las tiroideas; en el bocio exoftálmico, de casi todas las ramas del cayado aórtico, etc.

En las arterias ligadas el engrosamiento se manifiesta sobre todo en el punto de la ligadura y se extiende hasta la primera rama colateral.

Entre los procesos degenerativos figura, en primer término, la degeneración grasosa, que se presenta formando placas amarillentas en la túnica interna, siendo muy característica en los anémicos y en las cloróticas. Esta degeneración puede presentarse como fenómeno parcial del proceso ateromatoso. La degeneración grasosa puede alcanzar también a la túnica media, convirtiendo sus elementos musculares y elásticos en un cúmulo de granulaciones de grasa; estado que puede llamarse con propiedad arteriomalacia.

La cretificación o infiltración calcárea puede afectar a la túnica interna y a la media, siendo afecto propio de las edades avanzadas; atribúyese muchas veces al alcoholismo, pero puede depender de las modificaciones nutritivas de la senilidad. La arteria cretificada se percibe como un cordón duro, irregular generalmente. Si la degeneración calcárea afecta a los troncos gruesos altera la circulación, pues la contractilidad y elasticidad de las arterias disminuye considerablemente, aparte do la influencia de los engrosamientos y asperezas de la túnica interna, etc.

También experimentan las arterias la degeneración amilóidea, de la cual constituyen el asiento preferente o el punto de partida; la trombosis y la embolia. Las distintas formas de inflamación de las arterias, comprendidas en el nombre genérico de arteritis.

Cuanto a las lesiones traumáticas de las arterias no dejan de ser frecuentes. Las contusiones arteriales suelen dar lugar a procesos inflamatorios, degenerativos o a aneurismas. El fenómeno más importante de las heridas arteriales es la hemorragia que puede curar espontáneamente si la herida es una pequeña picadura, o si los bordes arteriales se retraen en la vaina celulosa del vaso, en los casos de sección completa. Generalmente la hemorragia requiere una intervención activa, y si la arteria es algo voluminosa es necesaria la ligadura inmediata y permanente.

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