Altar portátil

El altar por su naturaleza debe ser fijo, como eran los sepulcros de los mártires; pero así como los israelitas tuvieron templo y altares portátiles durante su peregrinación en el desierto, así también la necesidad obligó a los apóstoles y sus sucesores a usar altares amovibles durante la época de las persecuciones y por razón de necesidad, representando la mesa en que consagró el Señor, que era amovible y de madera.

Hoy día usan tales altares los capellanes castrenses y los misioneros, por razón de la movilidad que sus respectivos cargos les imponen, por cuyo motivo esos altares suelen llamarse viáticos, como usados en los viajes y campamentos.

Aunque los hay de una forma reducida y aun cómoda y elegante, y en ese caso benditos, no es de absoluta necesidad que tenga tales condiciones, pues lo esencial es el ara consagrada y con reliquias, pudiendo ésta colocarse en cualquier mesa decente, con los correspondientes lienzos y corporales, bastando por todo ornato, una cruz o crucifijo, y dos candeleros con sus velas que en las misas de campaña se sustituyen con dos farolitos para impedir que el aire apague las luces.

Aclara y prueba todo esto una declaración de la Congregación de Indulgencias, en 20 de marzo de 1846, respondiendo a una consulta sobre la significación de las palabras altar fijo y altar viático o portátil. En ella declaró que no era necesario en aquél para ser fijo que la mesa de altar fuese toda de piedra, que el ara estuviera completamente adherida á. la mesa.

En la segunda respuesta, que lo esencial en el altar portátil es el ara de piedra que no necesita ser grande sino de tal tamaño que quepan el cáliz y la patena, en su mayor parte o sin holgura.

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