Alfabetos derivados del latino

La escritura latina que llegó a su apogeo en los dos primeros siglos de nuestra Era, comenzó a decaer progresivamente desde el tercero. Caído el Imperio romano de Occidente, la adoptaron los Bárbaros que fundaron las nacionalidades de la Edad Media y sus más antiguos documentos no difieren apenas de los monumentos romanos en letra minúscula, presentando casi identidad absoluta entre sí los alfabetos más antiguos de las monarquías visigoda, franca, anglo-sajona y lombarda.

Solamente con el transcurso del tiempo, las distintas aptitudes de cado uno de estos pueblos y el aislamiento en que vivieron unos respecto de otros, tomó carácter especial y distintivo la escritura de cada uno.

Pueden considerarse por consiguiente como alfabetos inmediatamente derivados del romano: el visigodo, usado en España desde el siglo v al xii; el anglo-sajónico y el lombardo, usados respectivamente en Inglaterra y en Italia hasta la misma época; el merovingio, usado en Francia exclusivamente hasta fines del siglo; el carlovingio, que fue imitación del antiguo romano ideado en la época de Carlomagno y que con algunas transformaciones que sufrió en el siglo xi llegó en el xii a adoptarse en toda la Europa occidental y sirvió a su vez de origen a nuevos alfabetos cursivos vulgarmente llamados góticos y que se generalizaron en los siglos xiii, xiv y xv.

Derivada de la minúscula romana es también la escritura itálica generalizada en esta última centuria y que sufriendo diversas transformaciones en los siglos xvi y xvii ha producido en España el carácter bastardo, en Francia la letra redonda bastarda y en Inglaterra la escritura inglesa.

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