Agujas especiales en costura, bordado y tejido

Agujas de bordar: Los bordadores usan diferentes agujas, además de las comunes; entre ellas debe citarse la de pasar, que tiene el ojo largo a fin de poder enhebrar hilos planos; la de seda, igual a la anterior, pero más pequeña; la de canutillar, la de brizcado, la de rizar o frisar, más pequeñas que las ya anteriores, pero también de ojo longitudinal; las de cañamazo y de realce, de forma común, con ojo redondo, y la de tambor, cuya punta termina en garabatillo muy fino y que está enhastada a tornillo en un mango. También usan los bordadores agujas con más de un ojo para pasar por un mismo agujero de la pieza del bordado sedas de distintos colores enhebradas en una misma aguja, a fin da evitar sombreados y visos.

Agujas de calceta: Consisten en unos alambres de hierro largos, delgados, lisos, con las extremidades suavizadas, pero sin punta; las agujas usadas en los telares de mediero, son algo diferentes en su forma y empleo de las agujas tan conocidas con que se hace la calceta a mano; las de los telares son planas por un extremo, puntiagudas y dobladas por el otro, de modo que la parte plegada pueda ocultarse, en una chacita que hay en el cuerpo de la aguja, cuando la aprietan. Se usa alambre de acero muy elástico y flexible, que se endereza y se corta ala pedazos de la longitud necesaria; se saca punta a cada pedacito con una lima áspera; operación que se llama desbastar. Después se destempla recociéndola y se abre la chaza por medio de una máquina llamada chazador, en la cual se asegura la aguja de modo que una especie de cincel abra la ranura en el sitio determinado. Luego se aplasta un poco la aguja en la chaza y se bruñe del mismo modo que si fuera aguja de coser. En seguida se dobla la punta con una tenaza especial, se le forma el pico de modo que encajone bien en la chaza y se palmea la otra extremidad. Por último, las agujas se calibran, es decir se clasifican según sus gruesos, por medio de una planchuela con ranuras de diferentes dimensiones.

Agujas para máquinas de coser: Estas agujas tienen una forma completamente distinta de las agujas que ordinariamente se emplean para la costura a mano, pero se fabrican siguiendo procedimientos análogos. El mareado o estampado presenta, sin embargo en este caso, más dificultad, a causa, por una parte, de la gran diferencia de longitud que existe de un lado a otro en la ranura que termina en la chaza, y por otra, en razón del abultamiento que se encuentra en la parte superior de la aguja. La chaza por la cual se enhebra la aguja, se encuentra muy cerca de la punta y el vástago se halla ligeramente encorvado en la porción próxima a la punta. Esta fabricación está muy desarrollada en Inglaterra y exige como primera materia un alambre de acero de excelente calidad.

Agujas de tapicero: Son gordas, fuertes y de ojo muy ancho y largo. También se denominan agujas garzotas. Hay además aguja de cruzar, para cruzar los hilos, y aguja de apretar, de punta triangular, de algunas pulgadas de longitud, que sirve para arreglar, separar o apretar la seda o lana que se teje sobre la urdimbre. Tienen todas la punta redondeada en lugar de tenerla aguda.

Aguja de alpargatero: Usan también los alpargateros dos clases de agujas; unas más gruesas, que suelen llamar almaradas, de una tercia de largo y con cuatro ángulos o aristas; tienen cabeza y están metidas en un mango, y en la otra punta, que es muy delgada, llevan un ojo ancha y redondo para enhebrar el cáñamo. Esta aguja sirve para formar la suela. Las otras agujas son más pequeñas y se emplean en las demás operaciones del oficio.

Aguja de zapatero: Es bien conocida. Es corva y algo triangular por la punta.

Aguja capotera: La más gruesa que usan las costureras.

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