Aguas minerales acídulas

Su genio terapéutico no depende de sus principios fijos, sino principal y casi exclusivamente de la abundancia de gas ácido carbónico libre.

Tienen sabor picante y agrio, y obran sobre el aparato digestivo, produciendo sensación de frescura, acompañada de ligeras punzadas; determinan eructos ácidos que pican y estimulan la nariz, dejando en el estómago una sensación de bienestar.

Apagan la sed, estimulan el apetito y aumentan y normalizan las secreciones gastro-intestinales y la biliar.

Su abuso produce una especie de embriaguez, algo semejante a la de los alcohólicos, y trastornos digestivos con diarrea.

Moderan la acción cardiaca y arterial y regularizan la circulación capilar.

Provocan ligera irritación laríngea, cambian un tanto el sonido de la voz y excitan la tos, pero ejercen una acción sedante sobre el pulmón y las últimas ramificaciones bronquiales.

Parecen ejercer una acción directa sobre el cerebro, cuya actividad aumentan, aun cuando ya hemos dicho que, si de ellas se abusa, sobreviene pesadez de cabeza y la embriaguez mencionada.

Aun cuando las molestias producidas por las aguas acídulas desaparecen a los pocos días de tratamiento, estableciéndose la tolerancia, su uso en cantidades excesivas muy prolongado, puede sobreexcitar excesivamente el sistema nervioso, con agitación o insomnio y hasta ligero movimiento febril, lo que exige la inmediata supresión de las aguas.

Producen la relajación de la fibra muscular, sobre todo de la fibra lisa, pero sólo como fenómeno inmediato, pues bien pronto es seguido de un aumento de tono y de fuerza, porque la nutrición es activada por la acción de las aguas.

Provocan ligera irritación renal y de la vejiga y mayor abundancia de orina, pero la acción subsiguiente es claramente sedante sobre el aparato génito-urinario, disipándose las irritaciones patológicas que pudieran existir.

Aumentan la transpiración cuando hay suma sequedad, y moderan las secreciones cutáneas excesivas, porque restablecen el equilibrio entre las funciones de la piel y las de la mucosa digestiva, y del hígado.

Se emplean en las neuralgias, gastralgias y dispepsias, en el reumatismo nervioso y en el tratamiento de la obesidad. El gas ácido carbónico, al desprenderse de las aguas, se utiliza en algunos establecimientos en forma de inhalación, deglución, inyección, duchas y baños contra las afecciones catarrales y nerviosas del aparato respiratorio, del asma, de la faringitis granulosa, de la gastralgia y del reumatismo.

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