Acumulador Kabath

Kabath ha construido un sistema de acumuladores que se funda en el mismo principio que el de Planté, del cual solo difiere por la forma exterior.

Cada lámina de dicho acumulador se compone de una serie de flejes de plomo alternativamente ondulados y planos, que se sujetan en situación paralela, y a corta distancia unos de otros, a un marco rígido sobre el cual se fijan dos placas de plomo llenas de agujeros bastantes grandes para que pueda circular fácilmente el líquido corrosivo.

En suma, es una especie de caja de plomo de pequeño espesor con las caras llenas de agujeros y en cuyo interior se extienden láminas paralelas de plomo que por su gran número y su corto espesor permiten multiplicar la superficie activa.

Este sistema tiene en último análisis los mismos inconvenientes que los anteriores, porque no ha de olvidarse que si el peso muerto es perjudicial porque no trabaja en la creación de la electricidad, es de todo punto inevitable.

En efecto, las láminas de plomo polarizadas cuanto más se polarizan y más cambian su estructura continua por la estructura esponjosa, que tan conveniente es para la mayor actividad del aparato, con más dificultad conducen la corriente eléctrica, y poco importa que pueda engendrarse una gran corriente, si no hay un electrodo continuo y en buenas condiciones de conductibilidad que la recoja y la lance a los hilos que han de trasportada; de aquí resulta que en el plomo ha de haber dos partes, una formado y polarizada, que engendre la electricidad; otra continua y conductora que la recoja, y cuando por favorecer a la primera se anula la segunda, el aparato cesa de funcionar.

Esto es lo que puede suceder con las láminas de plomo del acumulador Kabath. Dichas laminillas sólo tienen algunos décimos de milímetro de espesor: atacadas por ambos lados, bien pronto todo el espesor de cada lámina se convierte en materia activa, desaparece el núcleo interior de plomo continuo para recoger la electricidad engendrada y el acumulador cesa de funcionar.

Vemos, pues, que una parte del peso muerto de plomo es de todo punto inevitable.

Pero hay más: el agua acidulada o salina de los acumuladores en gran parte no funciona y si la dimensión del acumulador fuese exagerada y grandes los intervalos entre las masas de plomo, el peso muerto formado por el líquido verdaderamente inútil sería considerable: de aquí el reducir dichos intervalos colocando las láminas de plomo a muy corta distancia unas de otras; pero aun esto tiene graves inconvenientes y las distancias entre las láminas tienen un límite, porque si éste es muy pequeño, como el plomo al peroxidarse aumenta de volumen, las ondulaciones desaparecen, unas láminas de plomo llegan al contacto con las otras, la superficie activa se reduce extraordinariamente y el acumulador pierde la mayor parte de su energía.

En resumen, el acumulador Rabath hasta ahora no ha tenido la sanción definitiva de la experiencia, según los autores de cuyas obras recogemos estas noticias.

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